Llevo pensando un año cómo escribir este cuento. Un año. Ese es el tiempo que ha pasado desde la última vez. Pensaba desinfectar mis armarios, rociar con gasolina mis recuerdos y prender fuego a este año que termina. Hace dos minutos parecía una buena idea. Ahora no lo sé. Hoy he soñado con abismos habitados por osos polares y niños suicidas. Me he acurrucado entre mis almohadas, he vuelto a cerrar los ojos y me he visto tropezando con un recuerdo en concreto. Uno incómodo. Me he quitado los calcetines para darme una vuelta por mi imaginario. No he encontrado nada que me quite las ganas de llorar. Mis sábanas huelen a noche y recuerdo que cené atún con wasabi y pantone de chocolate. Sonrío, pero sigo queriendo resbalar. No hay banda sonora para la película que se repite en mi cabeza desde hace ¿Un año? Y, Dios, le echo de menos. Le gustaba la filosofía. Me dijo que Schopenhauer cambiaría mi vida si lo leía despacio. Decidió aprender latín pasados los cuarenta y luchaba contra sí mismo en unos campos de batalla que nunca podré llegar a imaginar. Se fue delante de nuestras narices y, todavía, le debo un cuento. En este primer aniversario me siento incapaz de escribirlo. No dejo de sentirme como una niña de cinco años a la que le acaban de mentir. Todavía duele recordarte. Supongo que dolerá siempre...
Me gusta ir al cine a pasarlo mal. Soy capaz de firmarlo con sangre. Tras haber sufrido con "Amores perros" y haber observado desde la distancia emocional "21 gramos", he acabado cayendo, por inercia, porque invitaban, por curiosidad, por si acaso, a degustar la última y aclamada película de Alejandro González Iñárritu: "Babel". Y no me ha gustado. A partir de aquí son libres para elegir no seguir leyendo porque pueden terminar queriendo ir a verla.
Desde que se estrenara por nuestras salas con las historias dislocadas de la irregular, pero efectiva, "Amores perros", Iñárritu ha hecho todo lo posible para mostrarnos la cara más pretendidamente amarga de la vida. Sin edulcorantes, ni colorantes. A bofetones. Ofreciendo, gustoso, una ración de dolor manufacturado. Pero, si con "21 gramos" hizo dudar (al menos a una servidora), con "Babel", ha dejado de convencer. Su rompecabezas, perfectamente articulado, resulta predecible. Sus escenas, en un principio impactantes y prometedoras, pierden su significado mientras se dilatan en el tiempo. Una eternidad en el desierto, un dolor que no termina, una punzada en el corazón o un balazo. Da igual. No conmueve.
Cuatro son las historias que se combinan en esta Torre de Babel. Cuatro idiomas y una relación entre sus protagonistas que irá tomando forma conforme avance el metraje. La composición de personajes, motivaciones incluidas, es explicada, ingrediente tras ingrediente, con una claridad meridiana hasta el punto de rozar el estereotipo. Del trabajador mejicano que no termina de alcanzar el sueño americano, de la pareja "bienavenida" que vive en esa tierra prometida, de la familia marroquí protagonista de su propia versión de Caín y Abel. Los dolores de todos ellos corroen, hacen sangre, marcan las pautas del futuro de cada personaje. Pero no llegan. Tan solo el cuento ambientado en Japón nos presenta a una heroína palpitante, intensa y llena de dolor. El retrato de una adolescente que añora y desea, que se ha roto y busca recomponerse. Una muñeca herida por la que asoman necesidades viscerales imposibles de satisfacer. Rinko Kikuchi es el cuerpo y el alma de esta ninfa torturada, un auténtico descubrimiento.
Esta película habla de la pérdida, desde luego, pero también plantea la necesidad de verse en el otro, como ya expusiera Stanislav Lem en su magnífica "Solaris". El reflejo como metáfora de la perfecta comunicación. El entendimiento más allá de idiomas y culturas. "Babel" parte de una pretensión tan grande como el libro que inspira su título, pero resbala. No tanto por el fondo como por la forma, la misma que logra mantener frío al espectador. Culpen al montaje, al metraje, al guionista, al director. Lo que logran es dar a luz una película sobre el dolor que agarra el corazón en contadas ocasiones. Decepcionante para todos aquellos que quieran sufrir de verdad. Para el resto, un alivio, a excepción del cuento nipón, la verdadera razón por la que ir a ver esta película.
Tubito: Skunk Anansie - Hedonism
Estoy vaga. Lo sé. Tiene que ver con lo de trabajar mientras el resto de las personas comen, beben y bailan hasta caer rendidas mientras yo me acuesto relativamente temprano para no parecer un zombie a la mañana siguiente. Lo que viene a continuación lo he robado impunemente de un blog hermano, después de tener una interesante y acalorada conversación sobre el personaje de Evey, el mismo que interpreta Natalie Portman en la adaptación cinematográfica de V de Vendetta, con mi apasionado compañero. Las palabras son de Alan Moore y el dibujo de David Lloyd, como todos ustedes ya sabrán. Puede que hayan pasado más de veinte años desde la primera vez, pero sigue siendo hermoso. Continúen leyendo, por favor...
No sé quien eres. Por favor, créeme.
No tengo manera de convencerte de que esto no es otro de sus trucos, pero me da igual. Yo soy yo, y no sé quien eres, pero te amo. Tengo un lápiz, uno pequeño que no encontraron. Soy una mujer. Lo escondí dentro de mi. Quizá no podré volver a escribir, así que esto será una carta larga sobre mi vida. Es la única autobiografía que escribiré. Y, oh, dios mío, la escribo sobre papel higiénico.
Nací en Nottingham en 1957, y llovía mucho. Pasé mis exámenes e ingresé en el instituto de secundaria. Quería ser actriz. Conocí a mi primera novia en clase. Se llamaba Sara. Tenía catorce años y yo quince, pero ambas estábamos en la clase de la Srta. Wilson. Sus muñecas eran hermosas. En clase de biología yo me quedé mirando el feto de conejo en formol mientras escuchaba al Sr. Hird, que decía que aquello era una fase adolescente que superaba todo el mundo. Sara si.
Yo no.
En 1976 dejé de fingir y llevé a casa, para conocer a mis padres, a una chica que se llamaba Cristine. Una semana despúes me marché a Londres, a estudiar teatro. Mi madre dijo que le rompí el corazón, pero mi integridad era lo más importante ¿Es eso tan egoista? Se vende muy barata, pero es cuanto nos queda en este lugar. El último resquicio de nosotros, pero dentro de ese resquicio, somos libres.
Londres. Fui feliz en Londres.
En 1981 interpreté a Dandini en Cenicienta. Mi primer trabajo profesional. Ese mundo es extraño y frenético, con multitudes invisibles detrás de los focos ardientes y un glamour agotador. Era excitante y solitario. Por la noche iba a algunos de los clubes habituales, pero no me sentía cómoda y me costaba relacionarme. Había tanta gente que sólo quería vivir alegremente. Era su vida y su ambición, y yo quería mucho más que eso.
Mi carrera progresó. Obtuve pequeños papeles en el cine, luego papeles más importante. En 1986 protagonicé Las LLanuras de Sal. Ganó muchos premios pero no fué un éxito de publico.
Conocí a Ruth en esa película.
Nos queríamos.
Vivíamos juntas. El día de San Valentín ella me enviaba rosas y, Dios mío, teníamos algo tan grande esos tres años fueron los mejores años de mi vida.
En 1988 estalló la Guerra. Y despúes de eso, no hubo más rosas
Para nadie.
En 1992, despúes de la toma de poder, empezaron a detener a los homosexuales. Se llevaron a Ruth cuando salío a buscar comida ¿Porqué nos tienen tanto miedo?
La quemaron con cigarrillos e hicieron que les diera mi nombre. Firmó una declaración donde decía que yo la seduje.
No la culpé. Dios, la amaba. No la culpé.
Pero ella sí. Se mató en su celda. No pudo vivir con el peso de haberme traicionado, de haber renunciado a ese último resquicio.
Vinieron a por mi. Me dijeron que todas mis películas serían quemadas. Me afeitaron el pelo en un inodoro y me contaron chistes de lesbianas. Me trajeron aquí y me drogaron. Ya no puedo sentir la lengua. No puedo hablar. La otra lesbiana de aquí, Rita, murió hace dos semanas. Imagino que yo también moriré pronto. Es extraño que mi vida termine en un lugar tan terrible, pero durante tres años recibí rosas y no me disculpé ante nadie.
Moriré aquí. Perecerá hasta el último resquicio de mi ser.
Excepto uno.
Uno solo.
Es pequeño y frágil y es la única cosa que vale tener en este mundo. Nunca debemos venderla ni regalarla. Nunca debemos dejar que nos la quiten.
No sé quien eres, ni si eres hombre o mujer. Quizá nunca pueda verte. Nunca pueda abrazarte ni llorar ni beber contigo. Pero te amo.
Espero que puedas escapar. Espero que el mundo gire y las cosas mejoren y que la gente vuelva a tener rosas.
Ojalá pudiera besarte.
Valerie.
X
Hubo un tiempo en el estuvimos hechos de laberintos. Buscábamos poesía al desabotonar camisas, bajar braguetas o desarticular muñecas. Soñábamos con ángeles exterminadores que llamaban a nuestra puerta durante la noche. Hambrientos de ideas y sedientos de inspiración, llegábamos a nuestras camas al amanecer, a tiempo de sumergir en ácido la resaca provocada por los planes a corto plazo. Tiritábamos hasta caer rendidos. Fantaseábamos con llegar a tiempo. Contábamos las veces que nos habíamos perdido camino de nuestra habitación cuando, sin previo aviso y a traición, una bomba nuclear arrasó su alma y conviritó en desierto, rima consonante incluída, su pequeño y amargo corazón.
No lo volveré a hacer. Esta será la última vez. Mis últimas cartas, sinceras y devotas, absurdas y terribles. Me miro al espejo y me encuentro. Sola. Y recuerdo. Ya sean Reyes de Oriente o Genios embotellados, siempre traen consigo calcetines de rayas, sueños prestados y enfermedades que solo se curan con el paso del tiempo.
Feliz Navidad...
*La fotografía pertenece a la serie Erotismo Frío de Job Crogier
Tubito: Pesadilla antes de Navidad - Making X-mas
Un pintalabios rojo en el bolsillo izquierdo de mi casaca negra. Las carnes apretadas bajo las medias de rejilla. Una blusa demasiado usada, con dos botones menos que la última vez. Las prisas mandando caminar recto, saltando semáforos en rojo, jugando al escondite con los coches. Parece mentira que te muevas con esos tacones y que te guste el chocolate con canela, me dice nada más verme. Yo no sonrío. Me lo tiene prohibido. Le gustan serias y lectoras de ciencia ficción. No soy ni una cosa, ni otra. Cruzo las piernas y enciendo un cigarrillo, como siempre, para ver cómo se consume, lentamente. No hablo, no escucho. Tan solo le miro y le odio. Y le dejo mirar. Las vocales se le caen de las palabras, sobretodo las abiertas. Arrastra sus ilusiones por un sistema gramatical con baches, tiñendo de hastío los sueños de cuando era un niño perdido; jugando a darme bien envuelto, como si fuera un regalo, un corazón envenenado: de tiempo, de miedo, de lastres en forma de películas en blanco y negro. No me visto como ella porque me guste. Tampoco porque me lo pida. Disfrazarme de diosa me hace olvidar. Por eso, y porque me aburro, le concedo caprichos a mi hermano menor. Feliz no cumpleaños, cariño.
*La foto es de Suzi9mm
Nunca mira directamente a los ojos. Prefiere dar silenciosos rodeos hasta llegar a mis pupilas. Comienza en los zapatos y se le escapa una sonrisa. Hoy he traído las botas rojas, esas que le dije que quería desde que tenía coletas. Sube hasta mis rodillas mientras me pregunta si querré lo de siempre. Le digo que no. Hoy me apetece algo ligero. Levanta una ceja mientras observa mis manos. Las muevo mucho, me dice. Mientras, ella escribe en su libreta más de lo que parece. Me callo y la observo, yendo y viniendo, desde la seguridad que da mirar en dirección contraria a ella cuando lo que de verdad sigo es su reflejo. Me conmueve cuando se inclina sobre la mesa para cambiar el primer plato por el segundo. Aprovecho para hacer acopio de valor y mirarla fijamente. Ella se esconde hasta que se aparta. Es entonces cuando, de reojo, me pregunta si quiero el tiramisú de postre. Lo ha hecho ella, dice. Me deja helada, sin respiración. Pasaría lo que queda de mi hora de la comida mirándola a través del espejo, cayendo por la madriguera, sin remedio, sin salida, buscando entre mis lagrimones ese bote que diga "bébeme" para poder desaparecer. Me encatará probarlo, le respondo. Ella se marcha y a mi se me escapa un suspiro que no termina de liberar el incómodo vacío de mi estómago. Termino y, antes de marcharme, voy al servicio. Me observo por primera vez hoy. Me suelto el pelo y se me escapa una mueca triste. Demasiadas ojeras y poco colorete. "Estarías mejor con el pelo corto". Levanto la vista y me cruzo con su mirada. Ambas la sostenemos más tiempo del que deberíamos. Ella se acerca, me agarra por la cintura y, sin dejar de mirarme a los ojos, me susurra su nombre al oído y una dirección. Se marcha.
Dice que se llama Alicia.
*La ilustración se la he tomado prestada a Budo
Las mañanas te dan sorpresas. Cuando, medio zombie, deambulas camino del trabajo por la red de metro de Madrid, esa que dicen que vuela, no tienes más remedio que reaccionar cuando ves un dibujo de Daniel Clowes en la portada de un diario. Para saber de qué hablo pinchen aquí...
Lo más bonito y destacable lo pongo en bandeja. Corto y pego, que se me escapa la lagrimita:
La han catalogado de "fresca" y "original". 'Ice Haven', del estadounidense Daniel Clowes, ha supuesto una pequeña revolución, empezando por el formato, apaisado, y siguiendo por el tratamiento de la historia que narra. Clowes se introduce en el día a día de un idílico pueblo americano, donde el tiempo parece haberse detenido en los años cincuenta. Narra los desencadenantes del secuestro de uno de los habitantes del pueblo, a base de relatos entrecruzados de sus protagonistas.
Muchos ya saben qué regalar en Navidad. Y si además lo acompañan de 'Ghost World', 'Como un guante de seda forjado en hierro' y 'David Boring', probablemente no tengan más remedio que pedirle los 'Bola Ocho' a aquel vecino raro que suele ir al cine solo...
Críticas de la Obra en La Cárcel, Culpable y Perdedor y fuera de nuestras fronteras...
Rufinillo, el impresentable, ha colgado semejante documento gráfico en su blog después de días y días de desaparición. Qué ha estado haciendo el bueno de Rufus??? No lo sabemos, pero estos urinarios atestiguan que ha sufrido mucho. Mucho. A la espera de actualizaciones más curradas que esta última, os dejo con un tubo tan irreverente y provocador como la fotografía que estáis viendo. Enjoy!
Electric Six - Danger! High voltage!
Los que han creído que la nueva película de Sofia Coppola trata sobre Historia Moderna no pueden estar más equivocados. María Antonieta va de algo muy distinto. Se trata de un retrato sociológico femenino en el que muchas se verán reflejadas. Dicen que las mujeres solo saben comprar hasta dejar tiritando la Visa Oro. Ais, señores, de lo que ustedes no se han dado cuenta es de que la frustración tenía un precio. Más alto aún si hablamos de sexo...
- El pasatiempo del soñador (vía)
- Tres combinaciones
- Pintura rosa para mi cuarta pared
- Dos botes de colirio mental
- Té jamaicano y chicles de canela
- Un cuento de vocales encerradas(vía)
- Sopa de estrellas
- Dos frutas de la pasión y cinco uvas pasas
- Manual de cómo subir una escalera
- Ternura enlatada
- Paraguas sin nubes
- Verde de otra dimensión (vía)
- Muñequeras de algodón
- Burbujas escarchadas
- Una diosa en tecnicolor
*Foto de Andrea Giacobbe
Contaba con los dedos de una mano las veces que se había corrido con él. Pero guardaba este secreto bajo llave, con dos candados y alguna que otra mentira piadosa. Bajo el cajón de los calcetines y las medias de colores, junto a los pares desordenados, escondía en el armario las cartas que su mejor amiga le escribió cuando ambas contaban dieciséis años. Solía acurrucarse entre los abrigos de temporadas mejores, cerraba la puerta y, como una niña, leía cada coma, punto y suspiro envueltos en papel de arroz. Entonces, con el recuerdo recién leído y el papel estrechado contra su pecho, se acariciaba hasta que olvidaba los hijos que no podía tener y al buen hombre que la peinaba todas las noches antes de irse a la cama. Volvía a ese verano de segundo de bup para perderse en los ojos oscuros de una estudiante modelo, devoradora de tebeos y fumadora empedernida. Visitaba torpemente los sitios de los que hablaban de madrugada, recuperando cada paso mal dado y recordando todas las razones por las que quería ser extraña: Para que ella la mirara intrigada, por encima de sus gafas, con la barbilla levantada, mientras ambas se acurrucaban entre las mantas. Agarró ese recuerdo con fuerza y lo sacó del armario hasta la cama. El techo parece mucho más frío cuando estás sola, se dijo antes de darse la vuelta, mirar la foto de su marido sobre la cómoda y correrse pensando en otra.
*Ilustración de Jason Levesque. La motivación viene por otro lado...
Leo en un breve de El País que la Fundación Canal inaugurará el próximo 15 de diciembre la exposición "Escher. El Arte de lo imposible". La muestra estará dedicada al artista holandés Maurits Cornelis Escher e incluye 130 piezas entre grabados, xilografías y litografías. Con esta exposición, el Centro de Arte Canal se apunta un tanto al organizar la mayor muestra del arte geométrico de Escher jamás hecha en España.
La única exposición que servidora ha visto de este artista fue en Amberes, Bélgica, hace ya bastante tiempo. Esta noticia me alegra la mañana, claro que sí. Quienes quieran ver trabajos del arquitecto de laberintos, en esta página se quedarán más que satisfechos, aunque siempre se pueden pasar por la oficial.
*Y de postre, "Plataforma" de Michel Houellebecq llega a Madrid. Me perdí "La Metamorfosis" de la Fura y no pude acudir a la final de ImproMadrid por causas ajenas a mi disponibilidad, pero ver a Echanove haciendo de madurito en crisis obsesionado con el sexo no me lo puedo perder, aunque me toque ir sola...
"Una lata de tomate usada. Un trozo de plexiglás abandonado. Un paquete de cigarrillos vacío. Que con desechos de ese tipo se puedan fabricar cámaras fotográficas es algo de por sí sorprendente. Que con el transcurrir del tiempo las imágenes capturadas todas de mujeres de un pueblo perdido de Chequia con semejantes cámaras acaben expuestas en museos y galerías de arte de Berlín, Zúrich y Nueva York, y estén cotizadas entre 4.000 y 8.000 euros cada una, parece algo imposible. Si a esto se añade que el autor se desinteresa del éxito y es una especie de eremita de la época moderna un octogenario que en 1948 decidió aislarse de la represora sociedad comunista en el poder en su país, y que pagó por ello con una quincena de años de cárceles y hospitales psiquiátricos, entonces la historia ya suena a ciencia-ficción."
Este reportaje de El País sobre el fotógrafo Miroslav Tichy se puede seguir leyendo si pincháis en el enlace. Dejó en su momento sedimento en mi corteza cerebral un precioso artículo que Juan Bonilla realizó en las páginas de El Mundo sobre este singular fotógrafo. Creo que fue este pasado septiembre (la semana del 11, si no recuerdo mal), por si lo quieren buscar. En el caso de que Sien se pase por aquí, además de enterarse de que su Lunático me ha encantado y de que acepto humildemente su invitación, descubrirá unas cuantas cosas la mar de curiosas sobre el ermitaño checo del que hablamos hace una semana. Además, si pasan por acá podrán deleitarse con las fotografías de este maestro. Lo que se puede hacer con cámaras rudimentarias y una pensando en gastarse los cuartos en semejante belleza.
The Organ son Shelby, Jenny, Katie, Debora y Shmoo. Canadienses y amantes de Morrisey. Desde que mi querida hermana descubriera a este grupo de adoradoras de ingleses llorones hace ya dos veranos, sus canciones han dado forma a alguna que otra obsesión postadolescente. Y ahora me dicen que se separan.
No es por sus melodías melancólicas, ni por sus letras que arrastran algún que otro sueño malformado. Bueno, sí es por eso, pero también porque no las he visto en directo y albergaba la esperanza de que vinieran a la capital del reino para gusto y regusto de camisetas de rayas y flequillos sobre gafas de pasta.
Como todavía no he ordenado mis carpetitas musicales, les dejo con dos enlaces a sendos tubos, la imprescindible Memorize the City y la brutal Brother. Es ahora cuando termino lamentándome por no haber ido este verano a Benicassim. Snif!!!
La Guerra de las Galaxias entró en mi vida por primera vez a la tierna edad de siete, ocho o nueve años, en casa de mis primos. Se puede decir que soy hija de El Retorno del Jedi (que no "venganza") y que, junto a Regreso al Futuro y La Princesa Prometida, la santa trilogía ha marcado un antes y un después en esta personita; un punto de inflexión que vino a la vez que cumplía una década.
Suelo guardar enlaces en mi rincón lleno de favoritos y el que les ofrezco lo encontré en el blog de Otomano hace bastante tiempo. Como me ha hecho gracia acordarme hoy del señor Frank Cho por obra y gracia del duende que vive los fines de semana en mi teléfono, les traigo para esta madrugada de domingo un chiste y un enlace. El bikini de Leia no solo obsesionaba a Ross; muchas novias han sido esclavas de algún que otro Java...
La supercrónica del Expofriki todavía se está cociendo. Sí, lo sé, soy una culona pesada que debería dedicar su tiempo libre a otras cosas antes que a consumir de manera frenética, pero este "acueducto" me lo he cogido con todas sus letras porque el cansancio, el hastío y trasnochar pueden con este cuerpecito ultravitaminado. No obstante, este mensaje era para todos aquellos a los que les gusten las camisetas originales. Ya sabéis, modernas y con mensaje. Hay tantas tiendas por el centro de esta gran urbe, tantas páginas en internet, tanta gente llevando ese estampado que deseas para ti, que a nadie le dio por reparar en el zulo fanzinero donde nos hayábamos algunos seres excepcionales. Me refiero, concretamente, a un infinito en particular. El diseño ya lo ideó Morrison (o Quitely, vete tú a saber) pero él lo hizo realidad. Pasen y vean. Las jovencitas de talla mediana tirando a pequeña absténganse, el modelo generalizado es el de friki de tamaño normalizado. Para las damas hay bolsos de diferentes estilos y colores. Yo opté por el rosa corrosivo, pero hay quien se decidió por el estampado de flores.
Una excelente compañía la de Fernando Infinito que opina de Alaska que es la última folclórica. Esperemos que se apunte también al sarao de Barcelona, junto al resto de Producciones, desde luego.
Superman vino para quedarse y Brian Synger lo vistió de cuero, a gusto del consumidor, y le propinó un halo místico, casi cristiano, para que lo degustáramos mejor. Se me hace cómoda toda la parafernalia que rodea a este Superman, desde su muerte y resurrección, previa puñalada propia de un Judas cualquiera, a la compañía de una adúltera (de pensamiento) Lois Lane, madre de un híbrido y fundadora de una nueva raza. El José de esta historia es interpretado por James Marsden, padre adoptivo de la criatura, "buen hombre" y sobrino del director del Planet.
Kal-El, hijo de Jor-El, vuelve de un viaje por el desierto. Lex quiere conquistar el mundo a su modo. Como moderno Prometeo, desea acercar a los tristes humanos un poco de la tecnología alienígena que se trajo consigo Kal-El. Pero, como ya relataran los textos clásicos, el conocimiento tiene un precio. Más aún si se hace con la humana intención del bien propio.
Una de las razones por las que me enganché a la serie de televisión se debe a un episodio en particular. Si no recuerdo mal era el último de la cuarta temporada (corríjanme si me equivoco). En él, Lex se quita la máscara y se revela como el verdadero protagonista de la serie. Sin él, Superman no existe. Son las dos caras de la misma moneda. Son las motivaciones de Luthor las que definen las acciones de Superman. Él es quien manda.
Para desgracia de muchos, la temática del némesis es olvidada en la película de Synger para centrar la atención en la familia. Luthor es tan solo un comparsa de excepción, la excusa "humana" que da forma a un auténtico drama familiar; no solo el que existe desde la película de Richard Donner entre Kal-El y Jor-El, sino el que se añade en el momento en el que aparece en escena la familia de Lois Lane.
El hijo será el padre y viceversa. Una perversa campaña de imagen en la que el superhéroe, maquillado de Cristo, llega a nuestras pantallas fantásticamente envuelto. Listo para su consumo. El problema de este exceso de maquillaje ya lo sufrió Neo en las secuelas de Matrix. El héroe mesiánico huele desde la distancia. Para algunos hace más fácil la travesía; para otros, entre los que me incluyo, les da una excelente excusa para hacer volar la imaginación. Y relacionar. Porque no dejo de pensar en un dios extraterrestre venido del cielo para "iluminarnos". Apolo o Zeus; Yahvé o Jor-El. El clásico remasterizado, aunque con menos significado que antaño. "El", en hebreo, significa "Dios", lo que hace que vuelva a Superman y su origen divino. Una santa trilogía compuesta por un padre, un hijo y el espíritu santo de Marlon Brando. Y Lois Lane como la Magdalena. Qué más se puede pedir por Navidades...
*Ah! Antes de que se me olvide, hay un guiño fabuloso en las escenas eliminadas. Estando Superman en la UVI y el asteroide de kryptonita en el cielo, Perry le pregunta a Lois cómo bautizarlo (al asteroide). Un compañero le dice que Planeta X, mientras que Lois lo prefiere denominar Nuevo Krypton.
Recuerden el Tigris y el Eúfrates de sus clases de historia antigua. Ahora vuelvan sobre un mapa de hace poco y señalen Irak. La tildan de heredera. De acadios y de sumerios, de asirios y babilónicos. Sobrevivió a la dominación del Imperio Otomano. El siglo XXI le dio la bienvenida a golpe de "relaciones internacionales". El cuento oficial. Lo que muchos no saben es que Irak ha sido una nación que, desde su fundación a principios del siglo XX, ha puesto un cuidado extraordinario en la conservación de su patrimonio histórico y arqueológico. Tanto la Monarquía como la República se propusieron en su momento atajar el tradicional problema del expolio que sufría la zona por parte de las potencias occidentales. Gracias a ese planteamiento, la arqueología, los monumentos y las obras de arte milenarias pasaron, a partir de entonces, a conformar la identidad de un país en construcción.
Historia antigua
La independencia de Irak en 1930 trajo consigo la derogación de las leyes inglesas con el propósito de crear una Dirección de Antigüedades iraquí. La República reforzó la identidad nacional durante los años sesenta y se procedió a la construcción del Museo Nacional, más conocido en occidente como Museo de Iraq. La reforma educativa de al-Husri se dedicó a alimentar el sentido de pertenencia y los sentidos lazos con el pasado. Esto se traduciría en un profundo respeto de los iraquíes por los monumentos arqueológicos y sus yacimientos, cesando de este modo los saqueos y el tráfico ilegal de piezas de arte mesopotámico.
La Dirección de Antigüedades catalogó más de 12.000 yacimientos. En su afán de recuperación del pasado más remoto, los sucesivos gobiernos dotaron a este organismo de unos medios humanos y económicos que convirtieron al Museo Nacional en el más importante de Oriente Medio, con una riqueza y amplitud de fondos incomparables en la zona. Pero todos los planes de modernización quedaron suspendidos en 1980, año en el que Iraq y la República Islámica de Irán comenzaron una guerra que duraría hasta 1988. Durante esos ocho años, los fondos del Museo Nacional permanecieron embalados en los sótanos, esperando tiempo de paz. Pero, el deterioro económico, fruto de la guerra contra Irán, y los intereses petroleros, desencadenaron la primera Guerra del Golfo y el principio de doce años de saqueo.
Expolio cultural
Fue en 1991 cuando el Gobierno iraquí envió una carta a la UNESCO en la que pedía ayuda internacional para la restauración de monumentos y la recuperación de los bienes culturales robados. No hubo respuesta. El embargo agravó las condiciones económicas y sociales del país, los valores morales se fueron deshaciendo conforme la economía se fue complicando y en 1994 el saqueo clandestino de yacimientos arqueológicos se comenzó a disparar. A partir de ese momento, bandas organizadas de traficantes aprovecharían el estado de penuria de este país para desvalijarlo.
Durante doce años se ha silenciado este expolio continuado. El brutal saqueo del Museo Nacional, que se dio a conocer a la prensa el 11 de abril de 2004, puso de relieve la situación de crisis extrema que estaba sufriendo el patrimonio histórico del país. El Dr. Donny George, Director de la Organización Estatal de Antigüedades, obligado a marchar al exilio, llegó a señalar que, entre los saqueadores, actuaron también equipos organizados con objetivos concretos. Estos últimos sabían que, para evitar el rastreo de la obra, debían destruir los archivos y la documentación de las piezas que se iban a llevar.
Más de 10.000 piezas fueron robadas impunemente del Museo Nacional de Irak, entre ellas, la famosa Dama de Warka y la Estatua Acadia de Bassetki, ambas recuperadas meses después. No se incluye en esa cifra el actual estado de los yacimientos arqueológicos, huellas de las primeras civilizaciones, por no hablar de otros escándalos silenciados, como la eliminación sistemática de la intelectualidad iraquí. Algunos lo llamarán efectos colaterales, otros dirán que son consecuencias de una guerra innecesaria. A fin de cuentas, expolio es todo aquello que se le arrebata a los vencidos.
*Más humor gráfico por aquí...
Tres días encerrada en una habitación. Sin ventanas. Sin lunares en el techo. Sin salidas de emergencia por las que gritar basta. Con las manos dormidas porque duermo sobre mis muñecas desgastadas. Con la sonrisa en la boca mientras sueño que nos traen una pizza barbacoa. Para recuperar fuerzas. Para manchar nuestras tripas con conservantes y colorantes llenos de buenos presagios, condimentados con coca cola, cerveza y otros manjares de dioses. Encerrados en una habitación, durmiendo una resaca de tres años sobre envoltorios desechados y promesas de un futuro en tecnicolor.
Pido perdón por la repentina desaparición. Sé que no he dado razones. He estado poco atenta con los huéspedes de este hogar, pero deben saber que mi ausencia ha sido en beneficio de próximas actualizaciones, más interesantes aún si cabe. Por el momento decirles que, navegando por la virtualidad, me he encontrado la fantástica ilustración que corona este post en el blog de Jotace ; que En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, tiene una versión en cómic que acaba de editar Sexto Piso; que he sido madre de una preciosa criatura llamada Expediente X y que he repartido mi fin de semana entre trabajo y trabajo para elaborar lo que está por venir. Pueden pasar olímpicamente de este mensaje autopromocional, desde luego. Pero háganme caso cuando les digo que no deberían ir a ver la última película de Banderas. Hay mejores formas de gastar seis euros...