Me gusta ir al cine a pasarlo mal. Soy capaz de firmarlo con sangre. Tras haber sufrido con "Amores perros" y haber observado desde la distancia emocional "21 gramos", he acabado cayendo, por inercia, porque invitaban, por curiosidad, por si acaso, a degustar la última y aclamada película de Alejandro González Iñárritu: "Babel". Y no me ha gustado. A partir de aquí son libres para elegir no seguir leyendo porque pueden terminar queriendo ir a verla.
Desde que se estrenara por nuestras salas con las historias dislocadas de la irregular, pero efectiva, "Amores perros", Iñárritu ha hecho todo lo posible para mostrarnos la cara más pretendidamente amarga de la vida. Sin edulcorantes, ni colorantes. A bofetones. Ofreciendo, gustoso, una ración de dolor manufacturado. Pero, si con "21 gramos" hizo dudar (al menos a una servidora), con "Babel", ha dejado de convencer. Su rompecabezas, perfectamente articulado, resulta predecible. Sus escenas, en un principio impactantes y prometedoras, pierden su significado mientras se dilatan en el tiempo. Una eternidad en el desierto, un dolor que no termina, una punzada en el corazón o un balazo. Da igual. No conmueve.
Cuatro son las historias que se combinan en esta Torre de Babel. Cuatro idiomas y una relación entre sus protagonistas que irá tomando forma conforme avance el metraje. La composición de personajes, motivaciones incluidas, es explicada, ingrediente tras ingrediente, con una claridad meridiana hasta el punto de rozar el estereotipo. Del trabajador mejicano que no termina de alcanzar el sueño americano, de la pareja "bienavenida" que vive en esa tierra prometida, de la familia marroquí protagonista de su propia versión de Caín y Abel. Los dolores de todos ellos corroen, hacen sangre, marcan las pautas del futuro de cada personaje. Pero no llegan. Tan solo el cuento ambientado en Japón nos presenta a una heroína palpitante, intensa y llena de dolor. El retrato de una adolescente que añora y desea, que se ha roto y busca recomponerse. Una muñeca herida por la que asoman necesidades viscerales imposibles de satisfacer. Rinko Kikuchi es el cuerpo y el alma de esta ninfa torturada, un auténtico descubrimiento.
Esta película habla de la pérdida, desde luego, pero también plantea la necesidad de verse en el otro, como ya expusiera Stanislav Lem en su magnífica "Solaris". El reflejo como metáfora de la perfecta comunicación. El entendimiento más allá de idiomas y culturas. "Babel" parte de una pretensión tan grande como el libro que inspira su título, pero resbala. No tanto por el fondo como por la forma, la misma que logra mantener frío al espectador. Culpen al montaje, al metraje, al guionista, al director. Lo que logran es dar a luz una película sobre el dolor que agarra el corazón en contadas ocasiones. Decepcionante para todos aquellos que quieran sufrir de verdad. Para el resto, un alivio, a excepción del cuento nipón, la verdadera razón por la que ir a ver esta película.
Escrito por La pequeña Delirio a las 28 de Diciembre 2006 a las 11:29 PMAcá se estrena el viernes,y por lo que he leído este tipo se las tare con el sufrimiento y la desesperación.
Según sus propias palabras,descubrió a través de sus vivencias en distintos países-entre ellos USA,que en el mundo,más allá de la diversidad cultural e idiomática,lo que nos une no es lo que no hace felices,sino el sufrimiento.
Con la historia de la pareja norteamericana(si mal no recuerdo),dice sentir mucha empatía,ya que perdió hace varios años a un hijo que sufría una enfermedad que no pudo superar.
La actríz Rinko Kikuchi protagoniza a una jóven sorda,eso ha dicho,y según dice el mismo director promete bastante,ya que buscaban a alguien parcialmente sorda para interpretar el papel(ella no lo es);y desde que se presentó al casting,Alejandro González no podía evitar quitársela de la cabeza.
Yo no sé si quiero verla,realmente no me llama la atención una película que tenga como argumento el sufrimiento,al menos no en este caso..Para sufrimiento basta mirarse una los pies..
Te quiero Pequeña Delirio,besos y abrazos..
Pieris ...
P.D:Ya parece que irán a inscribirme a la capital en periodismo,crees que puedo hacerlo?
El problema es que muchos intelectuales mexicanos quieren ocupar el sitio dejado por Octavio Paz. Quieren ser más profundos que la Fosa de las Marianas, y este niño bien, cuando habla de desheredados, no consigue dar con el tono. Y es que es muy dificil hablar de angustia vital cuando lo más chungo que te ha pasado en la vida es que no tuvieran tu talla de jersey en el Zara.
Pieri, mil besos!!!!
Abogado, joder, me ha hecho sonreir...
Escrito por Pequeña Delirio a las 2 de Enero 2007 a las 12:33 PM