En mi fiesta no hubo globos. Tampoco ganas de soplar las velas. Todas. Son días extraños, repletos de nostalgia. Y esas nubes parecen anunciar tormenta. No le doy muchas vueltas. Hoy también me siento cactus. Pero un pequeño duende virtual me ha mandado unas palabras que me dejan sin voz. Leerte, querida Pieris, es como mirarse en un espejo de cuento de hadas, solo que invertido. En una mañana fría me has hecho sonreir. Mucho. Gracias...
Alguien, desde la puerta, pregunta por El Incal de Jodorowsky. Acaban de reeditarlo, dice el dependiente. Es para un regalo, dice ella. Y el tiempo se para. Entre las estanterías tanteo la posiblidad de perderme. Encontrarle un número perdido de alguna aventura de mutantes a un pequeño duende estaría bien. Pícara sale bella en una portada de Bachalo, pero no ha pasado el tiempo suficiente como para considerarlo un regalo especial ¿Una reedición de El Incal? "Préstame Ice Haven, profe". Bonita trampa, pienso. Y, antes de que todo vuelva a convertirse en rematadamente absurdo, (h)ojeo "El amor es el Infierno". Me río apretando fuerte los puños. No se parece en nada a mi hermosa Comala, pero me gusta. Tintineo por los escaparates. Y se me ocurre escribir sobre héroes, pero solo recuerdo a unas cuantas telépatas. La que me gusta es altiva y perversa. Y tiene un corazón de depredadora.
Se me ha olvidado cómo llegar de madrugada, con las bragas mojadas, y besarte muy fuerte, así, hasta marearme. Con tu borrachera de zumo de manzana, me pides que baile. Me quito el sujetador, pero dejo la camisa sobre mis hombros. Tetas pequeñas. Asomando, tercas y calentonas. Me preguntas qué suena. No te lo digo. Y bailo, bailo, bailo...
Impaciente. Desde un rincón de la habitación. Caliente y sonrojado. Me gusta la mezcla. Me lo quitas todo con cuidado ¿Todo? Te saludo como lo haría si fueras de Laponia. Y escuchamos a la chica de al lado. Gime sonriente. Lo sé porque no se tropieza con su respiración, sino que deja que el aire salga libre de sus pulmones. Aaaaaaaaaahhhhhh!!!! Y sé que ahora piensas en ella, pero no me importa. Yo le cuelgo los calcetines.
He perdido un poco las ganas de todo, pero no me lo tengan en cuenta. Agosto fue extraño y septiembre me está costando. Un año más que echar al bote. Y demasiadas ilusiones que se escurren por el sumidero. Estoy un poco triste, pero dicen que tiene que ver con el tiempo. En nada tendremos luna llena, aunque la idea tampoco me consuela. He abierto otro espacio en el que dejarme las carnes. Puede que no reconozcan a esa pequeña Delirio. Es porque ha decidido habitar su Reinohueco. Espera encontrar las fuerzas en algún sitio de esta Misticamagicolandia. No obstante, aquí seguiré con las pequeñas historias que (se) me ocurran... Buf, qué deja vu!
Mi corazón es de colores. También, si buscas con cuidado, puedes encontrar texturas. Y, si tienes suerte, además de paciencia, es probable que sincronices con alguna de mis diástoles. No obstante, soy de sístole difusa. Tengo grandes dificultades para enamorarme. Soy la cáscara de un corazón sin tildes y con faltas de ortografía. Se lo regalo al primero que me lo pida, con todos los borrones y alguna que otra grieta. Dicen que últimamente estoy más fría. Pero tan solo soy caduca en ésto de sentir. Es un problema estacional. Blancanieves, por ejemplo, sobrevivió a una dieta de manzanas y volvió de la cubitera porque un necrófilo paseaba por el bosque. Yo no tendré tanta suerte. La equis marca el lugar. No soy Uma Thurman en Pulp Fiction, pero no estaría de más que atravesaras todos esos colores y texturas de mentira. A lo bestia. Con todas las ganas acumuladas. Sin medida y con pasión. Y bajarle, al fin, las bragas a esa pequeña viciosa para ensuciarla siguiendo el ritmo de una canción. De cuna. Cualquiera.
Escribí la palabra zoo en la pantalla de un ordenador apagado. Le dije a una amiga que lo echaba de menos. Ella no pisa uno desde los tres años. No hubo día de mi mes de vacaciones que no pensara en acercarme. No tiene nada que ver con mi supuesta devoción hacia algunos animales. Tampoco está asociado a momentos bellos de mi infancia temprana. Fui sola por primera vez cuando tenía quince años. Por aquel entonces me aficioné a dar largos paseos por Madrid, a experimentar en soledad películas de cine y a caminarme todos los museos que aparecieran en la guía. El zoo se me resistió una temporada. Una mañana de viernes no cogí el autobús que debía. En mi cabeza bullían mil planes. Se truncaron unos cuantos. Otros los descarté porque sí. Recordé las fotos que te hacen en la entrada y pensé que tener una en la que estuviera yo sola sería divertido. Entré, posé, sonreí. Me dieron un mapa con la entrada. Caminé el parque desde un banco frente a los flamencos. Recorrí Asia, África y Europa. Me quedé mucho tiempo en la Antártida. Dormí delante de delfines confinados a una vida en un tanque de agua con sal. Me alegré por estar fuera de. Las jaulas eran para ellos. Y descubrí que pensar aquello me hacía sentir mejor. Yo había escapado de mi jaula. Ellos no. Entré en el que llaman el "zoo de invierno". En él tan solo hallé un gorila. Tan triste, tan solo. Miraba igual que mi abuela. Leías sabiduría en su expresión. No sé por qué pero, no pude dejar de llorar durante unos minutos. Me senté frente a él y esperé a que me echaran de allí. Al salir, recogí mi fotografía. Encerrada en mi jaula particular de química y papel parecía sonreir. No logro recordar la razón.
No te pierdes nada por querer jugar. Sé que la curiosidad te mueve, pequeña marioneta. Y me encantaría que lamieras mis tacones virtuales, así, con más ganas, hasta el fondo. Pero sabes que camino por mis dominios descalza. De mujer fatal no tengo más que las ganas de comerte vivo para escupirte después. No te vayas, puede ser divertido. Además, tan solo es un juego. Tú te arrastras, te haces la víctima, lloras, gimes, te mortificas. Yo te regalo algunas de mis filias más preciadas. Nos abrimos las carnes y nos rellenamos de cuentos. Me dejas. Me olvidas. Te me quedas muy dentro. Me vuelvo loca. Desaparezco.
La pelirroja sin compasión toca el piano antes de irse a la cama. Teje sus sueños entre Nocturnos de Chopin y lágrimas de sangre cayendo por sus piernas. Ha decidido intrigar al chico más bueno de la película. Después de observar a una rubia oxigenada en un escaparate de sex shop le pide a su madre mil permisos para existir, sentir, soñar. Recoge con horquillas incisivas sus frustraciones. No sonríe. Se aprieta fuerte el moño y queda con el chico bueno que ya no lo es tanto. Le hace sentir culpable. Ella le desea. Se arrodilla, le come la polla y vomita. Él la bandona. La pelirroja sin compasión se arma de valor y quince centímetros de acero inoxidable después es más suya que nunca. The end?
Hace dos noches soñé al revés. No me pasaba desde que tenía cinco o seis años. Entonces fue un sueño breve, pero aún me acuerdo de su tacto, de los colores y de la mirada triste de aquel duende. Luego vinieron Freud y Jung y dejé de pensar en esas cosas. Pero, hace dos noches, me volvió a pasar. El tejido del sueño había variado. Una jovencita jugaba con canicas de colores. La banda sonora me era familiar. No llevaba ropa. Crecí de golpe. Y le encontré. Después de casi dos décadas me volví a encontrar con él. Era más triste que en mis recuerdos y sabía cuáles eran mis canciones favoritas del instituto. Se había tatuado mis deseos por todo su cuerpo. Reconocí unos cuantos. Los otros apenas los miré de reojo. Y con solo besarle me corrí. Rebobiné el sueño. Lo guardé, otra vez, en un lugar menos recóndito pero igualmente oscuro. Lloré. Reí. Y me escondí.
Crowded House - Don´t Dream it´s Over. mp3
Kate Bush - Army Dreamers. mp3
Counting Crows - I´m not Sleeping. mp3
Frou Frou - Let Go. mp3
Tori Amos - Strange Little Girl. mp3
Nos soñamos transparentes. Éramos todo potencial. Nos rendimos. Dejamos de jugar. Ahora solo somos jóvenes desgastadas con ganas de matar. Espectros de ideas mejores. Emperatrices del corta y pega. Aprendices de Neanderthal. Suicidas de afterhour. Vírgenes de saldo. Vestidas para intrigar. Princesas exiliadas de un cuento Houellebecq. Prácticamente inconscientes. Sin ganas de asombrar.
*Philip Glass - Metamorphosis Three
Cruzo el paso de peatón y ella me sonríe. Me mira, pero no me ve. Alarga la mano y me ofrece un folleto. Lo recibo con un gracias y sigo mi camino. El papel pasa de la mano izquierda a la derecha. De la derecha a la izquierda. Solo pienso en deshacerme de él. Justo ahora. Ya. Pero alguien se me ha adelantado. Todos los que se cruzaron con ella antes que yo. Me planteo arrugarlo y metérmelo en el bolsillo. No lo hago. Tampoco lo voy a leer. O si. Azafatas. Sonrío por primera vez en todo el día. Me siento en el primer banco que encuentro y ... magia!!!
Encontrar en la conversación de dos amantes potenciales la respuesta a alguna de las incógnitas de la última oración analizada. Sintagma nominal. Sujeto ¿Qué fue antes, la idea o el verbo? Y entender que aquello que parecía difícil tan solo era complejo. Mientras, Pipilotti nace, crece, se reproduce y recita. Me abro de orejas ¿Sonrío? Ya no creo en damiselas apuradas, ni en parejas de tres. Prefiero meterme tu vida de ficción en pequeñas dosis, olvidarme de tus comillas y terminar entre tus puntos suspensivos y mi ombligo...