Te partí la cara en sueños. Partir admite complemento directo. Al corazón. Y te sonreí desde arriba, lejos, leeejooos. Pedí socorro a besososososos. Me contaron que la razón se apoyaba en la imaginación, y no al revés. Las serpientes sostienen. De ahí que te las anudes a los tobillos. Esta noche pide marejada. Fuerte marejada. Las aguas cambian su color. Puede que la carta de este día sea otra, más apropiada. Menos certera. Bam!
Cuando me pongo delante del teclado me quedo en blanco. Cierro los ojos y busco detrás de los párpados. En blanco. También en blando, siempre mejor que en duro. Caigo en colchones de algodón de azúcar, pero recupero el hilo, el lío, y me atraganto.
Rituales. Desconexión. Estoy de celebración. Porque he limpiado unos cuantos símbolos, que también son índices (de todos mis dolores, mis penas, como si cada píldora que no me tomara fuera un día más que me quedo contigo).
Rimbaud coloreó las vocales. Verlaine apretó el gatillo. Pero no hay porqué contarlo todo, ¿verdad? Siempre es más atractiva la ilusión, el misterio, la pantalla detrás del escenario. Ser parte de la cuarta pared, como un empapelado, de flores de los setenta.
Derramada y automática. Las esdrújulas cargan de energía el espíritu ¿Lo ves?
Y el reino deja de estar hueco.
"Pues si cualquier síntoma puede ser «producido» y no se recibe ya como un hecho natural, toda enfermedad puede considerarse simulable y simulada y la medicina pierde entonces su sentido al no saber tratar mas que las enfermedades «verdaderas» según sus causas objetivas."
Jean Baudrillard - Cultura y simulacro
"Cuando se disipó el vaho, vio que el espejo reproducía en detalle el baño donde él estaba, aunque lo que reflejaba era otro baño. Vio la imagen de un hombre desnudo que se le parecía en todo, pero no era su imagen. Vio que la extrañeza en la cara del espejo era idéntica a la suya, aunque no era su extrañeza. Y cuando aterrado abrió la boca para gritar, vio que al otro le faltaban dos incisivos con los que él efectivamente contaba.-¡Ah! ¿Conque ésas teníamos?-, murmuró.Y recuperó la calma."
De Raúl Brasca para Átomos literarios.
"La muerte de Narciso siempre me ha parecido la más incomprensible. Una sola explicación se impone: Narciso no se amaba.Se dejó engañar por una imagen. No supo atravesar las apariencias. Si hubiera amado un rostro de ninfa en vez del suyo, su mortal impotencia hubiera sido la misma. Pero si hubiera sabido amarse más allá de su espejismo, su feliz suerte hubiera sido, digna de la envidia de los siglos, el símbolo del paraíso vital, el mito del hombre privilegiado. Podía, bello muchacho, extraer de su objeto infinito, mientras que nosotros nos limitamos a unas cuantas vibraciones, siempre las mismas, nos quedamos ahí."
Self love - Claude Cahun
"No creo en el yo, pero sí en la carne, en el sentido sensible de la palabra carne. Las cosas no me afectan si no afectan a mi carne, coinciden con ella, pero nunca más allá de ese punto en que la conmueven. Nada me afecta, nada me importa, sólo lo que se dirige directamente a mi carne"
El pesa-nervios, Antonin Artaud.
Es una imagen que me consume, me conmueve. Una trituradora de diseño alemán [pulcro, frío] y un corazón partidos en dos, como una manzana. Roja. Con los ingredientes sobre la mesa queda preguntarse por el número que pulsar. Licuado. Pulverizado. Al punto de nieve. A Artaud no le importa si pierdes un dedo, si la carne que compraste el pasado sábado se la comen los gusanos. Como si fuera un exótico carnívoro, te devora y apenas lo sientes. El sentido sensible de la palabra carne se pierde cuando el parásito se abre paso por tu materia viva. Te atraviesa, apartando nervios, músculo y hueso. Devora la coraza hasta llegar al corazón partido en dos. Rojo, sucio y caliente. Muy caliente. Dividido. Pidiendo a gritos tres cuchillas afiladas. Para que le/te roben el sentido, cualquier sentido. No me importa, no me afecta. Estoy fría. Dicen que soy como una roca, pero cuando el día amanece nublado, también lluevo.
Me han enseñado a no tener cuerpo
a empujones,
a hostias.
Me han enseñado a respetar la distancia
como si un cura me empujara con el palo de una escoba.
Así se le hace a los bichos muertos,
se les empuja con el palo de una escoba.
Me han enseñado a odiar mi cuerpo de mujer,
a palos.
La educación siempre es obligatoria, ¿verdad?
Te apartan obligatoriamente.
Me han hecho sentir culpable por ser mujer.
¡Mierda!
¿Qué habéis hecho con mi confianza?
Ni se os ocurra tocarme.
Ni se os ocurra.
Llevo encima la lepra del dolor.
Quiero ser un puto hombre.
En el teclado de casa no puedo ofrecerles admiraciones. Las corto y pego de otros lugares. Ayer, nada más llegar al hogar, bullían en mi cabeza señales de auxilio. Quería contarles, decirles, suplicarles, pero la tecnología y un incipiente dolor de garganta me empujaron fuera de escena. Y recordé que necesito luz, más luz...
Críptica, dices. Me titulas, me condensas. Me falta la brújula pero, para qué, si no tengo norte. Me lo extirparon, como un tumor. Sin amor. Tan parecidas estas palabras, vibrantes, terribles, porque crecen, se hacen un hueco, y lo llenan. De nada.