... pero me apetecía dejar escrito en letras virtuales que hoy ha sido un día blando, luminoso y nostálgico. Un coche de juguete abandonado en unas escaleras desconchadas ha provocado que me inundara una inmensa tristeza, como si me diera cuenta, de repente, de la edad de la estrella que llevo en la espalda, de mi segunda adolescencia, de la magia que encierra la toxicidad variable del mundo.
Caminando Goya, de vuelta a la rutina, he tropezado con signos de estabilidad de la calle. He saludado a la kioskera, he esperado a que el semáforo se pusiera en verde y he mirado el escaparate de al lado de la puerta de entrada.
A veces me ocurre así. No sé apretar a tiempo el botón de parada del autobús...
Derrames, bien leído, es algo parecido a Soñadores, en inglés... Y viceversa.
"La ciencia es la pornografía última, una actividad analítica cuyo objeto principal es aislar objetos y hechos de sus contextos en el tiempo y el espacio. Lo que la ciencia comparte con la pornografía es esta misma obsesión: la actividad específica de ciertas funciones cuantificadas"
J.G. Ballard - La Exhibición de Atrocidades
No es lo mismo dejarse meter mano viendo Crash que una selección de las mejores escenas de Sophie Evans. La diferencia parece estar en el contenido. También en el formato y el contexto. Pero el límite se difumina cuando la (ciencia) ficción reproduce comportamientos que reconozco en mis iguales, no tan iguales. En este punto, solo me queda abandonarme a la animación.
Despertador tronante
de mañana.
Se escurren los segundos,
tap tap,
se esconden debajo de la cama
hasta formar un charco
de tiempo
perdido.
Exprimo el reloj
con las dos manos.
Arrastro mi dolor de espalda
hasta la ducha.
Mis sueños se precipitan,
pierna abajo,
y se pierden
por el sumidero.
Me cepillo.
Seco mi pelo.
Sorbo el té.
Me perfilo.
Equivoco las llaves.
Busco en el fondo de mi mochila de cuero.
Y encuentro.
Un enorme y profundo
hueco
por donde se me escapa la identidad
difusa
y el tiempo
muerto.
No busques los pliegues, tampoco los puntos de inflexión. Sobre la cama escribo, leo y degluto. En ella estiro mis extremos, acaricio mis botones, extravío mis recuerdos. Triste, en pipa y delicada. Habitación 205. Encendida y deshuesada. En un no lugar que también es ventana. Humedecida y tintineante. Busco en el reflejo imperfecciones. Encuentro lunares. Como si fueran estrellas de luminosidad variable.