Despertador tronante
de mañana.
Se escurren los segundos,
tap tap,
se esconden debajo de la cama
hasta formar un charco
de tiempo
perdido.
Exprimo el reloj
con las dos manos.
Arrastro mi dolor de espalda
hasta la ducha.
Mis sueños se precipitan,
pierna abajo,
y se pierden
por el sumidero.
Me cepillo.
Seco mi pelo.
Sorbo el té.
Me perfilo.
Equivoco las llaves.
Busco en el fondo de mi mochila de cuero.
Y encuentro.
Un enorme y profundo
hueco
por donde se me escapa la identidad
difusa
y el tiempo
muerto.