Me entretuviste para que no me quedara dormida. Hablamos de cuando éramos maravillosos e ingenuos mientras acariciabas con tu índice el borde de mi oreja derecha, la del pendiente en el cartílago. Ese dedo viajó a mi boca, tomó aire y se escurrió hasta llegar al principio de mi escote. Leiste los botones al revés, como los de un ascensor, en una camisa negra. Empezaste por abajo, quitándome los zapatitos de cristal, agarrándome de los tobillos, con fuerza. Abriste las ventanas, no sé si para dejar algo de nosotros fuera o para que la noche entrara en el dormitorio. Las luces de la calle iluminaban tus muecas empañadas. Dibujaste mis clavículas. Tus dedos tamborilearon sobre mis tirantes rojos. Y me hiciste suspirar. Con las bragas puestas. No recuerdo si te dije que no a todo lo que estaba por venir. Tan solo sé que te aferraste a mis caderas, me lamiste las rodillas y te quedaste dormido entre mis piernas. Me pareció oirte decir algo, pero un claxon apagó el rumor.
Escrito por La pequeña Delirio a las 2 de Julio 2008 a las 02:11 AMHermoso! Como cuando te leo y se me ponen los pelos de punta!
Escrito por Winnie a las 2 de Julio 2008 a las 06:07 PMNecesitaba leer un relato tuyo de este tipo, completamente rojo y líquido...
Thanks, baby
Escrito por Aan a las 4 de Julio 2008 a las 04:37 PM