Desde que vi esa desgarradora versión de Las amistades peligrosas que es Barroco no dejo de pensar en las convulsiones que pueden vivirse dentro de un cascarón idealizado; tampoco me cuesta recordar algunas de las terribles palabras expuestas al público mayúsculo por Tomaz Pandur, devoto renovador del noble arte de la estética y el drama: "La vanidad y la felicidad no pueden darse la mano". Porque la una es manca y la otra no sabe de lo que le están hablando. No entiende, ni padece. Y mastica la última escena de una película hollywoodiense a ritmo de Paint it black para escupírsela a su reflejo.
Escrito por La pequeña Delirio a las 12 de Noviembre 2007 a las 03:39 PMTambién estoy acá...
Escrito por Pieris a las 13 de Noviembre 2007 a las 09:01 PM