Me regaló una bola del mundo y desde ese momento soy feliz. Ahora no me importa que entierre sus uñas en mis muslos, ni que se sonroje al leer estas letras. Me descubro buscando esa sonrisa que le arrancaron de cuajo hace unos años. Todavía no la he encontrado...
Hago todo lo posible para que no me tome en serio, para que me coja por sorpresa, para que me folle por la espalda. Pero no se da por aludido. Juguetea con su pelo antes de quitarse los pantalones. Me acaricia las orejas como si fueran de mentira y me cuenta cosas tristes mientras nos deshacemos de la ropa. Hace calor y me gusta cómo huelen las sábanas cuando se marcha de mi cama. Boca arriba, con la mitad de mí derramada, le pido que ilumine mi bola del mundo. De puntillas, para no molestar, enciende el interruptor. Desde lejos parece que sonríe.
Cojo las llaves y me cuelo por la ventana. Es tarde y se me antoja despertarte bailando sobre tu cama. Siempre te gustaron mis caderas. Ahora solo bailo frente al espejo del baño, desnuda y con los ojos cerrados. Me coloco sobre tu espalda, buscando mi hueco, encajando. Y dormimos en paz.
Escrito por La pequeña Delirio a las 18 de Junio 2007 a las 03:46 AMMe encanta tu forma de decir las cosas
Escrito por joaquin rosado martel a las 19 de Junio 2007 a las 04:07 AM