No sé si pedir perdón o lanzarme a la jungla de asfalto. Estoy cansada. Camino, pero el sitio no deja de ser el mismo. Vivo en un videojuego de los ochenta. Soy una muñeca, estúpida y sumisa, atrapada en el blanco y negro pixelado de las tardes en las que matábamos marcianos. En silencio. Matábamos, aplastábamos, cogidos de la mano. Éramos los Bonnie & Clyde del mundo virtual.
Pero, lo que tú no sabías es que te abría en canal, aquí, en mi cabeza, para dejar esparcidas todas tus ideas sobre la alfombra. Después de lamerlas con cuidado, jugué a darles forma bajo mi lengua, como si de un chicle de fresa se tratara ¿Lo imaginas? Mi lengua y tus ideas. Lo recuerdo con cariño. Más divertido que los videojuegos. Hacerte pedacitos, y dejarte para después.