Que las galletas que más te gusten estén en el surtido que compran en el trabajo. Tener un sueño y dibujarlo. Tener otro y enterrarlo. Alfileres y cerillas, para lo bueno y para lo malo. Un té con una amiga de hace mucho. Que te regalen un libro que querías desde hace siglos. Que lo haga alguien que no te esperas. Encontrar el momento idóneo para decir "te amo" (que no es lo mismo que decir "te quiero") y que no suene a ca(ra)melo. Hablar con Pan (en femenino) en la presentación de su libro. Que te roben una imagen mientras caminas como sonámbula. Que te la manden por e-mail. Sonreir a un niño que no pregunta y solo mira. Pensar en todas las canciones de tu adolescencia que definen a una bella dama. Intentar dibujarlo. Entender que el parecido no importa. Solo la tensión en su traducción hace que todo esto sea un milagro, como cuando a la rutina se le cae la t y las señoritas dejan de serlo para convertirse en titanas hiperbólicas a la hora del café.
Escrito por La pequeña Delirio a las 28 de Noviembre 2008 a las 12:07 PM