No voy a parar de escribir mientras dure la canción. Dudo que ustedes lleguen a saber qué canción, pero todas las palabras que van a leer a continuación van a ir teñidas de desesperación. Sucia y jodida desesperación. Me preguntaron hace poco por qué hablaba tan mal. Soy una señorita y hablo de puta pena porque lo necesito. Es como lo de levantarme sin bragas por las mañanas o aquello que solía hacer en los lugares húmedos. Descalzarme en el trabajo y comprarme abanicos negros. Uso el plural por alguna extraña razón, una siniestra intención. Solo tengo un abanico negro y esta en mi otra habitación, la que cambié en el último momento, la que encierra buenas razones para dejar de crecer. Estas letras salen agudas, que no esdrújulas. O al revés. Encerrada en una viñeta de Tomine, con el peinado de la protagonista de aquella portada de Daniel Clowes. Mundos fantasmales, invisibles y una rubia de verano. Pelirrojas de otoño por doquier, con ganas feroces, viscerales, de comerse vivo algún que otro momento climático. Y esta morenita que les escribe se arranca los mechones mientras piensa en doblarse hasta agarrarse los tobillos. Hace mucho que no les ofrezco algo sucio, algo triste, algo estúpidamente (i)reflexivo. Una canción que te agarra las tripas no es suficiente. No me basta. Les he dicho a algunos que esta que escribe no soy yo. Es otra, más extrema, más sensible, más serena. Mejor. Lo que no les dije es que también soy una mentirosa.
Escrito por La pequeña Delirio a las 23 de Noviembre 2008 a las 02:40 AM