2 de Junio 2008

Espejos

Los espejos están llenos de gente.
Los invisibles nos ven.
Los olvidados nos recuerdan.
Cuando nos vemos, los vemos.
Cuando nos vamos, ¿se van?

Comenzó su cuentacuentos invocando a Sherezade. Porque el primer mandamiento de un buen narrador es no aburrir. Preguntó a la audiencia si sabía a qué huele la guerra. Los corresponsales de guerra lo saben ¿Cómo hubiera sido la Guerra de Troya de haber sido contada por un soldado raso? Y las maravillas de Altamira ¿fueron pintadas por ellos o ellas? Esas pinturas que nacen cada vez que alguien mira. Recordó a Teodora, a Olimpia, a Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán. Si Adán y Eva eran negros, eso significa que todos somos africanos emigrados. Y, qué curioso, el racismo produce amnesia. Lejos queda cuando el mundo era nuestro reino y nuestras piernas eran nuestro único pasaporte exigido.

Eduardo Galeano habló de economía y esclavitud, de dioses e iglesias, de los exiliados, de los invisibles, de los anónimos. Nos recordó que existe otra definición de IVA: “la angustia que nace de la fugacidad de la vida y de la fugacidad del empleo”, dijo. Y mentó a Milton Friedman, porque el capitalismo confunde la libertad del dinero con la libertad de la gente. “El miedo no tiene nada de inocente porque es la excusa para que el mundo dedique su energía a la industria de la muerte” respondió amablemente a un entregado espectador. Justo antes arrancó una ovación al confesar que nunca ha perdido la capacidad de asombro, la misma que le ayuda a creer “que el mundo está embarazado de otro mundo”. Y se crió en el internacionalismo, no comulga con la globalización (¿bobalización?).

Galeano lee sus cuentos despacio, como si hablara a besos. Besos dulces y calmos. Como niños en un patio, escuchantes y ensimismados, esperamos allí sentados a que algunas respuestas brotaran de sus labios.

“Somos contradictorios, paradojas humanas. No creo en buenos y malos. La vida es una aventura de la libertad. Hay que inventar, imaginar el futuro. Yo creo que no hay verdad más verdadera que la que nace cada día. Estoy convencido. La contradicción es el motor del cambio”

Compré Espejos (Una historia casi universal) al salir de la presentación. No lo he terminado. Las lágrimas no me dejan. No se confundan. Son lágrimas de ira e impotencia. Eduardo Galeano, con sus microrrelatos, no solo logra ser efectista, sino efectivo. Y eso es importante. Porque lo que escribe este hombre es imprescindible. Como respirar.

Escrito por La pequeña Delirio a las 2 de Junio 2008 a las 02:49 PM
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