Húmeda y radiante va la novia,
triste y escurridiza,
escurrida,
enamorada de un Mersault encogido,
de un Manson venido a menos.
Radiada y mojada,
sonríe al Cristo colgado en la pared,
le da una palmadita en la espalda,
triste y escurrida,
con el alma entintada por un dibujante amateur,
consumida y agotada,
por sus ganas.
Blanca y triste va la novia,
derramada,
con el hueco hecho girones,
la cara lavada,
y el corazón
a gatas.