29 de Enero 2008

Reloj de mano

No llevo reloj,
atado a mi muñeca.

No lo llevo.

Tampoco mis dedos se visten de plástico.
Como cuando éramos canijos y
jugábamos al fin del mundo.
Las autoridades sanitarias me advierten.
Aún así,
me salto las comidas. No me comprometo
con los tiempos que corren.
Pero los segundos corren
y el tiempo vuela.
Algo se me escapa. Y todo fluye,
como los fonemas que componen ese verbo,
desde los labios
al principio de mi garganta.
Pero no es agua lo que trago.

No es agua.

Y el tiempo no está,
engarzado entre mis dedos.
El tiempo se me escurre
y me doy cuenta
de que no te tengo cerca.

No te tengo.

Escrito por La pequeña Delirio a las 29 de Enero 2008 a las 12:56 PM
Comentarios

Ahora sí, matrícula de honor. ¿Dónde tenías escondida la poesía? No, no me lo digas, porque tal vez haya que subirle el dobladillo a la falda bajo la cual la tenías oculta.

Escrito por Mado Martínez a las 1 de Febrero 2008 a las 10:56 PM

Mado, valoro tu talento literario, y lo digo sin ironia, tu poesía fluye sanguínea y silenciosa, sorprendiéndome por su particular fuerza y rebelde musicalidad; sin embargo, este comentario, lo siento mucho más conectado con tu tentación por hacerte dueña de la carnada que suele poner esta pequeña y miserable- y también dulce- condición humana llamada pequeña delirio. Tú y yo sabemos lo que necesita ella, la falta, el vacío de su existencia, su dolor, su contradicción.
Pero no te preocupes, yo también la quiero y sé, como tú, de su extrema fragilidad, su extrema necesidad, su abandono.

Escrito por alejandro a las 2 de Febrero 2008 a las 09:03 AM
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