No ha sido como las otras veces que me agarrabas fuerte de las caderas mientras me decías que no escaparía hasta que me quedara sin fuerzas. Esta noche jugabas a hacerme feliz con todos tus sentidos puestos en mi piel. Medías centímetro a centímetro con tu lengua la distancia entre mi coxis y mi ombligo tomando la ruta peligrosa. Dibujabas con pinceles de acuarela corazones en mi espalda. Coloreabas mi carne inmaculada con un rojo que no recordaba.
Cambié mis discretos suspiros por un labio mordido. Jugabas a volverme loca o a arrancarme los más sonoros gemidos, aún no lo he decidido, pero me gusta creer que haces estas cosas para tener luego imágenes que llevarte a la cama. En sueños y siempre en buena compañía. Obediente y solícita. Una bonita muñeca a la que proponer tus fantasías...
Me sonríes. Y esa sonrisa perversa me desarma ante cualquier proposición indecente. Las instrucciones son simples. De espaldas al techo me abrazo a la almohada y espero. Cierro los ojos. Me quedo sin aliento. Te siento, mucho, pero dejo de ser yo por un momento. Acercas tus labios a mi nuca y me preguntas, algo. Te miento. Sonríes de nuevo. Yo sigo temblando. Muy quieta sobre las sábanas recupero el ritmo de mis latidos y respiro. Se te escapa una mirada tierna, pero me aseguras que ésto es solo el principio...
Había perdido la costumbre de pasar por aquí desde que volví a Madrid...
En fin, besos...
Intenso y apacible a la vez. Muy bonito.
Escrito por La Nota a las 10 de Noviembre 2006 a las 05:13 PM