Todd Solondz construye pesadillas delirantes, salpicadas de mala leche y un sentido del humor extraño. La pedofilia, así como cualquiera de los pecados capitales que asolan la sociedad americana, son sus temas a desarrollar con una inusitada facilidad. A diferencia de John Waters, Solondz busca algo más que el escándalo, la escatología o la provocación. Mete el dedo en la llaga, nos abofetea con imágenes que no queremos ver pero que no podemos dejar de mirar.
Para los que se hayan olvidado de las clases de lengua del bachillerato recordarles que Palíndromo es una palabra que se lee igual tanto de izquierda a derecha, como de derecha a izquierda. Aclarado este detalle, presentarles a Aviva, la protagonista de esta historia capicúa narrada por capítulos e interpretada por diferentes actrices. Hasta un total de seis son las niñas y muchachas que intercalan estados de ánimo, personalidades y físicos radicalmente diferentes pero que no dejan de ser la misma protagonista inocente y extraviada que, a la tierna edad de 13 años, desea ser mamá y sabe cómo conseguirlo.
Ellen Barkin interpreta a la sufrida madre de una niña precoz, ese eufemismo tras el que se ocultan las adolescentes segregadas por la micro sociedad del instituto, las mismas que son tachadas de procaces y feroces por (y para) los niños de su edad. Es la madre de Aviva la que obliga a la niña a que le practiquen un temprano aborto, razón por la cual, tras un traspiés médico, dejan a su hija incapacitada para ser madre.
Aviva renace como Henrietta y escapa de casa para protagonizar una road movie con el sencillo objetivo de ser madre. Inocente e ignorante de que la operación la ha dejado incapacitada para semejante menester, decide vagar con su mochila de ruedas y sus pantalones ajustados, hasta que un alma caritativa la recoge en autostop.
Las aventuras de Aviva, empiezan y terminan en el hogar, dulce hogar. Con el mismo propósito que abre el metraje, el de la maternidad, pero pasado por experiencias extremas que la van convirtiendo en alguien diferente, pero parecida a la que partió.
Esta fábula sobre la inocencia, tejida a golpe de críticas mordaces e, incluso, gratamente ofensivas hacia determinadas costumbres y colectivos concretos de la sociedad americana, es una sincera apuesta por la trasgresión, con momentos impagables como todos los que acontecen en la casa de Mama Sunshine, haciendo especial énfasis en el gospel de los niños perdidos.
Desde que se diera a conocer entre el gran público con Bienvenidos a la casa de muñecas, Estados Unidos no está a salvo del discurso corrosivo del señor Solondz. Happiness y Storytelling, aquí traducida esta última como Cosas que no se olvidan, sentaron las bases de sus narraciones, su humor descarnado y su mala leche. No es un hombre al que el mundo le dé buenas noticias, por lo que él responde como espejo de las peores costumbres que este mundo puede dar. Realismo social, lo llaman. También hay quien considera "Palíndromos" ficción con intenciones, principalmente la de hacer sangre. Yo creo que se trata más bien de una cruda forma de entender la injusticia y un amargo modo de ver el presente, salvado en esta ocasión por un inesperado y suculento sentido del humor. Qué aproveche!