Quererte siempre supuso una exclamación y un interrogante. Mil vocales contrariadas, siempre las redondas, nunca las cerradas, como un perpetuo hiato entre nosotros, pero sin tildes de por medio.
Buscando una estructura sin cables, desnuda de conexiones. Solo los ladrillos del muro de la vergüenza, barro hecho forma, sin costilla y toda yo pecaminosa.
Alguien hablaba del "filo de la construcción de mí misma", perenne de secretos y "ansiosa de cimientos", raíces de un mismo sistema decimal, con la coma puesta entre dos ceros y un uno desorientado, preguntándose por su lugar en el sistema binario.
"Todo se reduce a ceros y unos", dijo el rey desde su trono. Entonces, ¿por qué me hablabas de vocales cerradas y diptongos perfectos cuando tan solo querías conquistar un nuevo feudo en el que recalificar los terrenos y externalizar los cultivos?
Parece que vuelve el tiempo de meditar la sintaxis de mis deseos. Puede que el sujeto ya no concuerde con el verbo, más siendo éste irregular. Y yo pensando en la primera persona del plural en vez de invertir en una casa con vistas a la playa...
Me pregunto si las metáforas estarán donde las dejé...
(Gracias, Gioconda Belli, por prestarme el título y las comillas)
Escrito por La pequeña Delirio a las 29 de Junio 2006 a las 12:49 AM