No tienen forma. Tampoco color. No me dicen de cuantos puntos y comas se compone tu discurso fingido, ni cuantos dolores de cabeza necesito para creerme tus excusas.
Eras adorable y jodidamente leve.
Era tan solo mirarte de espaldas, tres vagones separando nuestros ejes, torcer a la izquierda y querer haber estado allí siempre.
No me dicen nada de tus venas abiertas, tampoco me recuerdan las cuerdas que ataste al mastil de proa, latiendo a golpe de sístole, diástole, sacudida y temblor.
Mi muñeco relleno de magia al punto de Nunca Jamás.
Me dijeron que eras un niño por dentro, pero no encuentro la forma, tampoco el color... Solo los límites de tus pensamientos enredados, fundiendo tus nodos con sueños indeterminados, pareciendo tender a infinito.
Es entonces cuando me doy cuenta de que el límite siempre estuvo en las letras de tu nombre.
Escrito por La pequeña Delirio a las 20 de Junio 2006 a las 02:03 AM