Tengo memorizado cada centímetro de tu cuerpo porque me aterra olvidar que suspiras cuando te abrazo de espaldas. Y me gusta pensar que recuerdas cómo temblaba al principio, antes de acomodarme a tu cepillo de dientes, tus rincones malditos y tu sabor a café.
Abandono mi cielo de mentira y camino descalza. Una vez preguntaste por qué y yo solo te supe contestar cuando, porque siempre me has parecido un espejismo, aun cuando a veces calientes mis sábanas y remiendes mis recuerdos...
Quiero creer que cuando dices -nada- escondes un póker de ases; aun sabiedo que la reina de corazones no está en la baraja, no entiendo por qué Alicia ha decidido irse de casa...
Y nunca me has sorprendido de espaldas con un ramo de tréboles; tampoco me has contado de cuántos noes se componen tus sueños...
Sí, llevo un bote de lejía en esta mano y el amoniaco está en el armario. He comprado un estropajo en las rebajas para acabar con todas mis manchas. Espero que no te importe que mienta mientras me desnudo. La cicatriz que me divide te echa de menos. Deja el abrigo en la puerta y suéltate el pelo; he traído pinceles para que decores mi espalda, para que pintes un cielo cualquiera, el que más te guste, pero no te marches antes de que diga -esdrújula-