La Pequeña Delirio

En blanco

Herida, pero no de muerte. Cuesta salir del coma profundo para seguir los pasos de un sueño fracturado, con escayola y las firmas de todos los transeuntes de una vida, cualquiera.

Caminando, porque el transporte público se me hace tuyo y todavía no me ha dado por preguntarme si se adelanta por la derecha. Me asomo y cruzo en rojo, no quiero dejar pasar esta línea discontínua. Y me pierdo entre las paredes desconchadas y las excusas sistemáticas, entre el recuerdo de una luna sobre el Atlántico y tres carretes de fotos.

Un café subterráneo junto a una librería cerrada. Me miro al espejo. No me encuentro. Tú tampoco. Me hago la dormida, pero me tiembla el pulso desde por la mañana. No quiero, no puedo pero mi lengua va más deprisa que mis deseos y no puedo frenarla en esta estúpida orgía de palabras temblorosas. Hoy no me encuentro en ellas. Perdida y sin laberinto. Tan solo estas salas enormes en las que un duende cuenta todas las historias del mundo...