La ciencia ficción, nacida tras la II Guerra Mundial, ya nos advertía de los riesgos y peligros inherentes a la Era Nuclear que llegaría tras las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Escritores clarividentes como Bradbury, Orwell o Asimov utilizaban en sus historias la tecnología nuclear tanto para sus ingenios tecnológicos como para dar cabida a las mayores desgracias planetarias de tintes apocalípticos. Los hijos de la Guerra Fría crecieron con el miedo a un inminente exterminio y esa época gris tan solo trajo historias igualmente grises, salpicadas de breves destellos de luminosidad. El miedo y la lucha de bloques no dejaban ver más allá.
Tras caer el muro y comenzar la política de desarme nuclear, el mundo respiró aliviado. Pero, aunque los ochenta trajeron el final de la lucha entre gigantes, también nos dieron la bienvenida con un vergonzoso accidente y la inminente liberalización del mercado eléctrico. Y la pérdida del miedo.
Los dueños de las centrales nucleares se dieron cuenta de que el suyo era un negocio caro y que, frente a las siete hermanas petroleras, poco tenían que hacer sino comenzaban a abaratar sus gastos. Así, comenzó una política de reducción de costes que nos llevaría al presente continuo en el que nos encontramos.
No se trata tanto de la pérdida del miedo como de la del respeto. Hablamos de una energía intrínsecamente peligrosa, con un coeficiente de riesgo proporcional a la inversión hecha en materia de seguridad. Cuanto más se recorten los gastos y se escatimen medios, mayor probabilidad habrá de que la central sufra un accidente.
Los órganos de control han levantado la mano y han dejado hacer a las empresas. Son las organizaciones creadas a partir de la necesidad de tapar los agujeros en la red social las que ejercen un verdadero control, denunciando reiteradamente el riesgo que se corre manejando esta energía de manera irresponsable.
Greenpeace se ha convertido en el altavoz, alternativo a cualquier gobierno, de las energías limpias. Abanderados de la lucha contra la energía nuclear, autores allá por los setenta del famoso lema ¿Nucleares? No, gracias y agente social poseedor de una gran fuerza activa, al menos mediáticamente hablando.
Frente a este tipo de organizaciones no gubernamentales, nos encontramos con el resurgir de una opinión pública favorable a la energía nuclear. Tanto políticos como ingenieros ven en ella el futuro alternativo a las grandes y caducas petroleras. Pero su mirada se queda ahí. Las centrales eólicas, solares y de biomasa no entran en la ecuación ya que su investigación no supone enriquecimiento al instante. La inversión en energías renovables no deja de ser anecdótica, mientras que los gastos de mantenimiento de una central nuclear, contando enriquecimiento del uranio, tratamiento, transporte y correcto almacenamiento de residuos, se sale de unos presupuestos que provocan el replanteamiento de una serie de gastos, todos en materia de seguridad.
Pero no se puede poner en riesgo la seguridad de nadie y lo que aquí se plantea es la conservación de todo el planeta, no solo de la de un atolón o la de una zona del desierto de México -. La nueva situación en el marco de las relaciones internacionales ha avivado el ansia por parte de determinadas naciones de armarse nuclearmente. Corea del Norte o Irán han enfocado su necesidad de rearme desde una perspectiva soberana, no exenta de cierta razón ya que, por qué va a poder tener un arsenal nuclear Estados Unidos, Francia o Israel mientras el resto de países deben claudicar ante cualquier exigencia de las potencias nucleares... pero estos planteamientos tan solo nos llevan a otra guerra fría, a otra era de rearme, a otra era de miedo y oscuridad.
El terrorismo internacional es el actor novel que ha venido a poner el mapa del revés. Se trata de la perfecta excusa por parte de potencias y superpotencias para argumentar la vuelta al armamento olvidado. Ante esta ¿nueva? amenaza, los gobiernos se frotan las manos engordando presupuestos armamentísticos y olvidando toda demanda social. La reducción de costes en energía tan solo nos devuelve la amarga cara del riesgo potencial, caminando lentamente hacia la catástrofe.
La energía nuclear es un error. Desde que se planteó hasta el accidente de Chernóbil, desde la primera bomba atómica hasta el último escape de Vandellós II. Existiendo alternativas, todavía en pañales, que no plantean ningún riesgo para la salud pública, resulta paradójico a la vez que temerario que se insista en esta energía que tan solo ha traído desgracia y enfermedad. Una energía cuya suciedad invisible, se transporta en bidones por las noches y se entierra en cementerios ubicados en pueblos de alma vendida al diablo.
No se trata de la energía limpia que nos prometieron. Sin impactos visuales, ni horrorosos paneles solares, pero con fugas imperceptibles más allá de los contadores de radiactividad, más allá de la latente enfermedad. No es el cuento de ciencia ficción donde las naves espaciales nos liberan de las cadenas de la madre Tierra y nos llevan a otro planeta sano y virginal, dispuesto a ser conquistado por energías pervertidas. Es el presente continuo del ahorro y la desregulación, del enterramiento de las vergüenzas y el ocultamiento de la realidad de la situación. Otro telón de acero, otra ventana opaca en una cuestión que debiera ser transparente.
La frecuencia con la que se afirma que la energía nuclear es barata hace que nos preguntemos qué se entiende por esa palabra: barata. Los costes de los tratamientos de residuos que están destinados a durar miles de años, el mantenimiento de las centrales y la formación de los civiles que las manejan son la evidencia de que el término barato está infravalorado. La seguridad nunca debe ser barata. Los sucedido en Vandellós II no es más que la punta del iceberg de unos modelos de gestión de la seguridad muy preocupantes. No estamos preparados para un accidente de estas características y lo único que se les ocurre a los que ya tienen el problema encima es crear otro cementerio, más grande y profundo, para enterrar el problema lo más lejos posible de sus conciencias. ¿Barata? Dudo que los afectados por el incidente de Chernóbil opinen de esa manera. Al igual que los habitantes de Mururoa, Three Mile Island o Nuevo México, víctimas todos del progreso.
La inversión en energía nuclear ha disminuido no solo en seguridad. Desde los ochenta no se plantea la construcción de una nueva central en Estados Unidos y las que se van considerando ancianas están próximas a su cese y desmantelamiento. Mientras, hay quien desea que compren sus caducos proyectos nucleares, ya sea en Brasil o Argentina, aunque suponga un endeudamiento que nunca pueda ser saldado para el país que invierta en ello.
El futuro está en la energía nuclear, rezan ingenieros y políticos, líderes asustados por la escasez de oro negro y gases variados. El futuro está en la energía nuclear, hija de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Fría. Pero, recemos, aunque no creamos, para que haya un futuro después de esta anunciada era nuclear. O para que el mundo despierte y vea en el sol, el viento y el agua una alternativa limpia y renovable, un mundo donde no haya que rezar para asegurar que habrá un futuro.
Escrito por La pequeña Delirio a las 7 de Junio 2005 a las 02:12 PMBuenas Elisa:
Me ha sorprendido ver que has actualizado tu página, y la verdad, tocando el tema que tocas no he podido evitar caer en la tentación de irrumpir un momento en tu espacio.
Como te puedes imaginar, esto va a ser más una crítica que otra cosa. La primera crítica es que esa canción ya la he oido antes, y como siempre que la oigo, le falta una cosa, DATOS. Como siempre, te voy a hacer una concesión, se debería invertir mucho más en investigación de energías renovables. De hecho, según parece, en el último pico de demanda importante que se dió, fue la energía eólica la que salvo el culo a la red electrica que se vió desbordada. Pero la cuestión es, ¿y ahora mismo qué hacemos?
A dia de hoy no se tiene la tecnologia suficiente como para que las energías renovables puedan ser una fuente FIABLE de energía. Dependemos del viento en los molinos, que si bien es cierto que cada día necesitan una menor velocidad, siguen pegando bajones. Y no tenemos acumuladores de energía para cuando se produce de más, con lo cual, poco podemos hacer.
La energía solar sería una gran idea, con un pequeño problema, la termodinámica. Existe un límite natural impuesto por la termodinámica que al igual que nos dice que el calor va de caliente a frio y no al revés, nos dice que el proceso de aprovechamiento de la radiación solar en caso de no existir pérdidas por el material, supone que solo se puede llegar a un rendimiento sobre el 20%. Obviamente, un 20% de toda la energía que llega a la tierra desde el sol es más que suficiente para todo el mundo, y hasta un 10%, pero el problema no es la cantidad que llega, sino la densidad de esa energía. ¿Cuántos watios llegan por metro cuadrado? Eso es más peliagudo y hace que a dia de hoy, con un rendimiento del 11% una planta fotovoltaíca de casi una hectarea (Toledo PV) solo produzca 1 MW (equivalente a un solo molino de viento, y que sería energía suficiente para asar 1000 pollos, que parece mucho, pero no es nada). No tengo datos ni cálculos, pero seguramente llenando el desierto de Almería con placas de la máxima eficiencia actual (17%) no llegaríamos a producir lo que una sola nuclear. Por cierto, en cuanto a contaminación, el silicio de las placas no crece de los arboles, y según tengo entendido, el proceso de producción consume tal cantidad de energía que el panel que se construya con él no lo recupera en su vida útil (el estudio de esto se llama análisis del ciclo de vida)
Puedo seguir hablando de los problemas ACTUALES de las renovables, pero me gustaría pasar a otro punto. En España año trás año aumenta la demanda de energía (y ahí de nosotros cuando no lo haga, porque entraremos en recesión económica) y eso AHORA hay que suministrarlo. Hay varias formas, las renovables insisto en que me parecen más de futuro, y luego tenemos otras técnicas como las térmicas de ciclo combinado, las convencionales, la cogeneración en las industrias (que supone sobre un 20% de la potencia instalada en España, si no recuerdo mal), y las nucleares, amén de otras menores.
Las críticas a la energía nuclear son lógicas debido a los riesgos, pero me recuerda un poco a viajar en avión, si hay un fallo la hemos liado, ahora, ¿cada cuanto ocurre ese fallo? Hablas de Chernobil, el mayor fallo de la historia, debido a que se estaba experimentando con la potencia del reactor, decisión política. De hecho, los propios ingenieros informarón del riesgo que se corria al quitar las barras de control, aunque no se les escucho y....
Mencionas el accidente de Three Mile Island. Supongo que sabes que el accidente fue exactamente el mismo, pero hubo una diferencia, y es que en este caso el reactor tenia una segunda coraza que contuvo todo el escape de radiación, pero el suceso fue igual, las barras de control del reactor fallaron, sin embargo, ¿las consecuencias fueron iguales?
Hablas de la seguridad de las nucleares, y tienes razón para no fiarte, ya que un fallo en una tiene unas consecuencias terribles, pero ojo, no un fallo cualquiera, hablamos de una catastrofe en la central. El accidente que mencionas, creo que era en Vandellos I (¿errata?) y lo que falló fué la rotura de un alabe de la turbina de vapor del sistema, es decir, se rompió la turbina. ¿supone eso una amenaza nuclear? nunca, puesto que esa parte del sistema ni siquiera está cerca del reactor y de su sistema de refrigeración.
La energía nuclear es barata, digas lo que digas. Es tan barata que si antiguamente la energia se pagaba a 16 pts. esta energía entraba en subasta a 4 pts. y con ese dinero se incluye montaje, mantenimiento, producción, almacenamiento de residuos y desmantelamiento. No te creas que sólo se tiene en cuenta lo que cuesta hacerla o producir, las otras cosas también se consideran (de hecho el desmantelaje de una nuclear es un proceso que lleva 60 años, si no se ha tenido en cuenta ese aspecto, ¡valiente negocio hace la electrica de turno! ¿no?) ¿Almacenamiento en un pueblo perdido? Vamos a ver, te admito que el control del almacenamiento no parece ser todo lo apropiado que a mi me gustaría, al menos en Zorita, pero el almacenamiento se hace (a dia de hoy también en Zorita) en las propias piscinas de la nuclear, no en un pueblo perdido. Si el residuo es de media o baja radiactividad se llevan, como tu bien sabes, a El Cabril, que no es un pueblo, es un paraje perdido en mitad de la Sierra, por cierto, almacenados en bloques enormes de hormigon con un estudio geológico de la estabilidad de la zona bastante importante.
La seguridad, no es barata, de hecho el estudio de seguridad es muy costoso y muy complicado, ya que se trabaja con niveles de exigencia que no se emplean en ninguna otra tecnología que conozca. Se estudian las posibles consecuencias del fallo de CUALQUIERA de las piezas de la central y se actua para que no fallen. A mi me explicaron como funciona el estudio que realizan, y la verdad es que no me entere muy bien, pero estaría encantado en que me ilustrases.
Por cierto, no, la alternativa política actual en la producción de energía no es la construcción de nucleares, de hecho a día de hoy pocos son los paises que están construyendo nucleares (en Europa creo que solo Finlandia, pero no me acuerdo bien). La alternativa planteada son las centrales térmicas de ciclo combinado, de las que se podría hablar largo y tendido sobre cuánto contaminan.
Con todo esto, no quiero decir que la energía nuclear sea la mejor alternativa de cara al futuro, el hidrógeno está apareciendo con fuerza y nos queda mucho que trabajar en ese campo, la fusión nuclear (que por cierto, en caso de fallo es tán peligrosa como la fisión, ya que dentro del reactor siguen existiendo productos radiactivos), y las renovables. Pero la busqueda de un futuro prometedor no puede hacernos perder la perspectiva de los problemas actuales, y hay que tener cuidado con las acusaciones. Necesitamos energía, a día de hoy tenemos unos ciertos medios, compara los peligros y consecuencias de todos y entonces será más justo hablar sobre la bondad de la energía nuclear.
Un besito, por cierto.
Rubén
Escrito por Rubén a las 10 de Junio 2005 a las 07:58 PMErrata yo??? Nunca, me refiero al accidente de Vandellós II del verano pasado... Gracias por tu sana e imparcial opinión de ingeniero vendido a la industria... un besito para ti también :)
Escrito por Yo misma a las 14 de Junio 2005 a las 08:01 PMSigamos generando residuos nucleares... no lo agradecerán nuestro hijos, nuestros nietos, sus hijos, sus nietos... ¿cuanto he de seguir para llegar hasta la duración de los residuos nucleares? No lo recuerdo, pero muchas generaciones...