La Pequeña Delirio

Serendipias animadas

Han pasado dos semanas y el hueco que llevo anclado a mi reino persiste. Las presencias fugaces se derriten, como los restos de un helado de dulce de leche, en los dedos, pegachentos. Te llevo adherida a mis recuerdos, antigua-rubia-de-ojos-enormes. Porque tenerte en el mismo continente me ha sacudido algunos cimientos. Temía este inminente y deseado terremoto emocional. Me has obligado a mirar atrás, a enseñarte lo que una vez fue nuestro, a reconstruir nuestro presente. Y me he encontrado con una titana, reconocible pero diferente. Y me he topado con la virtualidad hecha carne. Atónita y temblorosa, me he sumergido en tu reflejo, extraño, dulce y triste, con un miedo estúpido a que mi infancia quedara reducida de un plumazo a una mitología de adultos insatisfechos. Pero ambas recordábamos los mismos momentos, con cordeles transportando mensajes, como botellas en el Océano Atlántico. Nuestros seudónimos de infancia, collages, sueños dando vueltas en una rueda de bicicleta. El antes se ha disuelto, pero ahora vuelves a estar en otra parte, viviendo en paralelo. No puedo esperar a ver que nos deparará el futuro inminente, presente continuo.

Por lo pronto, dejo el resto de mis pedacitos en este otro lugar.