No se trataba de que limpiaras el suelo y fregaras los platos antes de que yo llegara. Cuando te pedía que me dejaras el baño limpio hablaba de la pasta de dientes pegada al lavabo, de la alfombra en su sitio de siempre, del maquillaje con su candado. Empezar por las cortinas y terminar en el espejo, cristasol en mano, para dejar relucientes mis mañanas.
Entro y estás con las noticias vespertinas en el ordenador. Sabes que se me escurren los infinitivos piernas abajo pero tú no haces nada. El resto es rutina. Cruzar el umbral y sentirme en la boca del lobo. Pensar, solo pensar, en provocarte una arcada. Dejar las bragas manchadas de ganas en su correspondiente cesta, retocar mi vestido de noche antes de irme a la cama y quedarme dormida.
Nos criaron para ser pacientes. Y para no desesperar frente a un to be continued...
Escrito por La pequeña Delirio a las 29 de Noviembre 2007 a las 01:16 PM