No cariño, tan solo quiero una sonrisa. Mírame como antes, deja ese libro y háblame del tiempo, de tus ganas de comerte el mundo, del miedo que te da tener un niño. No te escondas de lo poco que queda de mi, déjame jugar con alguno de los sueños que todavía recuerdo. Me acerco, te miro y me doy cuenta. Ya no te pareces a ella, la deslumbrante maravilla de la que me enamoré. Has sido sustituida por una parodia, un chiste, una sombra de lo que fuiste. Con tu aire de desdén y esa manía de mirarme por encima de tu hombro. Madre de una preciosa copia del pasado. Tirana de un reino del que yo soy el único vasallo. Mujer venida a menos. Te sujeto el bolso y dejo que me insultes delante de todos estos extraños. En la siguiente parada me bajo, pienso, y la chica sentada en frente de nosotros me osculta con una mezcla de asco y vergüenza ajena. Me sonríe mientras agarra su mochila. Podría ser mi hija. Se levanta. La sigo con la mirada hasta que se baja del vagón. Suspiro y pienso en matar pero, transcurridos unos minutos, las únicas ganas que me quedan son las de llorar.
Escrito por La pequeña Delirio a las 13 de Mayo 2007 a las 10:05 PMMuy buenas tus historias del metro. Saludetes!!
Escrito por wise a las 14 de Mayo 2007 a las 04:09 AM