La Pequeña Delirio

Higher Love

Puede que fuera a la tierna edad de 10 años cuando esta pequeña mitómana sufrió una abducción pasajera por culpa de la presencia de Kiefer Sutherland en aquella película de culto personal que es "Los 3 Mosqueteros". Ese fue el primero de una serie de puntos de inflexión, bofetones que te hacen abrir los ojos a otros mundos que ni siquiera habías imaginado que existían tan cerca de la puerta de tu casa, en pantalla grande. Desde ese momento me convertiría en una especie de adoradora de sujetos completamente idealizados. Podrán afirmar que esta actitud es endiabladamente adolescente. No les quito la razón. Lo que yo quería escribir a continuación, después de admitir mi ligera tendencia a la mitomanía, es una sucesión de momentos, acompañados de música e imágenes que expliquen por qué el hombre que corona este post me remueve por dentro y me convierte en un pequeño pelele babeante a una edad que poco tiene que ver ya con la adolescencia.

Dave Gahan comenzó su carrera a la tierna edad de 19 primaveras. Dotado con una voz perturbadora y un físico pueril, tierno y terriblemente sexy, hizo enloquecer a todas las adolescentes que poblaron los años ochenta. El camino a la gloria musical estuvo plagado de groupies solícitas, drogas y oscuridad. Depeche Mode comenzó a desnudar jovencitas con ese single del que ya les hablé hace unos días, Stripped. Chupas de cuero, gomina, teclados y electrónica. Y Dave Gahan prometiéndote que te abriría en canal hasta llegar a los huesos. Le seguirían videos como Blasphemous Rumours, en los que el pequeño Dave iría perdiendo su mácula, ennegreciéndose poco a poco, hasta llegar a Strangelove y ese discazo que es "Violator".

Pero el extraordinario Anton Corbijn se hizo con los mandos de la estética de este grupo y en 1993 "Songs of Faith and Devotion" pegó tan fuerte que hasta una tierna niña de poco más de diez años se percató de la jugada maestra. Descenso a los infiernos. El adorado cantante se perdió entre sus propios fantasmas. Pero nunca fue más estrella que entonces. Pasión pura en el escenario. Las letras de Martin Gore en la boca de Dave Gahan desgarraban hímenes adolescentes. Little 15 protagonizaba también It´s a Question of Time, y yo me preguntaba, envuelta entre las sábanas y con sus canciones en el walkman, quién era esa adolescente que les robó el corazón (y les cogió de la entrepierna tan fuerte).

La masa le rendía pura y absoluta devoción a este nuevo y único Cristo que amenazaba con quedarse en la habitación de las niñas para siempre. Las chupas de cuero fueron sustituidas por trajes de chaqueta, riguroso negro y gafas de sol. Dios, añoro los oscuros noventa. Melena larga y perilla. Saliendo al escenario a comerse a ese público devoto de su voz y movimiento, la promesa de un polvo cósmico y la desesperación fruto de una futura (y no muy lejana) Condenación.

Esa fue la cúspide. El punto de no retorno. Después vendría la sobredosis, el intento de suicidio y la resurrección. "Ultra" y su No Good. En Barrel of a Gun el incombustible Corbijn lo convirtió en un posmoderno Robert Smith salido de alguna canción de cuna. El sonido electrónico, deprimente y oscuro de un disco que resumía dolor y culpa. Dave se hacía mayor...

Su último disco, su última gira. Si la iconografía religiosa pobló las pesadillas con las que costruyeron todos sus discos, es en este "Playing the Angel" donde más obvios se vuelven en sus mensajes. El sexo ya no es tan brutal, aunque el mundo esté a punto de irse por el retrete, y el mensaje positivo inunda canciones como Suffer Well, en la que nuestro Dave pide perdón por su largo trayecto por el Infierno y se enorgullece de su nueva vida de botox, sofisticación y perenne movimiento de caderas.

Aún así, me sigue diluyendo su I Feel You y cuando le veo en In Your Room tengo la extraña sensación de que se me ha perdido algo. Me acuerdo de respirar, sonrío para mis adentros y duermo. Nunca se sabe a quién te pudes encontrar paseando por tus sueños...