17 de Septiembre 2006

Pornografía y mujeres

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Sigan el camino de baldosas hasta Accionistas Mayoritarios o sigan leyendo... según el formato que más les guste.

Las señoritas ven muy poquita pornografía, y no las culpo. Hoy día, entrar en un sex shop sin parecer una sátira o una pervertida (o, peor aún, sin que te mire de reojo el habitual de turno) es casi imposible. Y digo "casi" porque existen sitios ("Los placeres de Lola" o "La Juguetería", por ejemplo) en los que soltarse la coleta y fantasear con la idea de derribar alguna que otra barrera cultural. Y me explico.

Las películas pornográficas protagonizadas por "miembros famososnunca van a pasar, para una mujer del montón (o sea, la mayoría), de ser una representación forzada y ridícula de lo que se supone que debe ser un polvo (con coreografía, maquillaje y, sobre todas las cosas, mal gusto). Porque el reproche a este tipo de cine (y, aclaro, me refiero al porno más comercial, el equivalente a los blockbuster americanos en el cine "para todos los públicos") es el de representar la más absoluta de las vulgaridades. Si no, explíquenme como una preciosidad como Sophie Evans puede llegar a parecer un pendón del quince con manicura de vampiresa, cuando en vaqueros y camiseta blanca es el ser más apetecible y sexual del mundo mundial.

Dónde está la alternativa, se preguntarán. Pues Internet es una de ellas (además de los sex shop para niñas procaces anteriormente mencionados). En las películas amateur que pululan por la red se ha descubierto esa necesidad de realidad que gran parte del público demanda. Polvos "normales" en los que la vecina del cuarto seduce al hijo del portero y deciden colgarlo más tarde en Internet. Las vecinitas juegan a ser las más guarras, transgrediendo los clichés establecidos por un tipo de educación tradicional, incluso por el tipo de pornografía que consume la mayoría.

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Hay más variedad de la que sus novios les dicen. El problema está en que entre las mujeres no hay costumbre; que no ganas, líbido y curiosidad. Por desgracia, no nos educan para ello, como a los señores. Y, si me equivoco, díganme por qué ellos, en la adolescencia, podían almacenar pornografía en el tercer estante con el beneplácito familiar y a nosotras nos caía la mirada decepcionada del padre al encontrar una Nueva Vale bajo la cama (con su famosa postura del mes y demás pornografía literaria).

Cambiar los códigos establecidos es cosa del día a día. Pero que no pretendan que nos parezcan atractivos una serie de sobados rituales, cuando hay todo un mundo de erotismo pornográfico ahí fuera (y aquí dentro). Solo hay que buscarlo...
Hay quien dijo que la diferencia entre uno y otro (pornografía y erotismo) no radica en el buen gusto, sino en el tiempo que pasa para que sea asimilado. No se equivoquen, "El Sueño Eterno" (Bogart y Bacall) es pornografía; tan solo hay que escuchar a esos dos medio minuto para darse cuenta de que lo que sucedía en la pantalla era puro sexo. Las diferencias entre porno y erotismo no radican en los primeros planos, ni siquiera en el buen gusto. Podría afirmarse que ambos son arte, expresión, herramienta de opresión. Según se utilice.

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Admito que el feminismo Cosmopolitan está bien, para la sala de espera del médico. Ir más allá es lo difícil. Ahí radica el reto. Las construcciones (y reconstrucciones) son complicadas. Crear nuevas formas de ver se vuelve un calvario cuando lo que impera es la "tradición" de quien, hasta hace poco, ha tenido el monopolio de un poder. Las primeras culpables, nosotras, por pasar por el aro. Eso no quiere decir que sea "vergonzoso" entrar en sex shops, ni practicar el sexo de una u otra manera. El truco está en entender que se trata de un juego en el que los roles oscilan según se convenga. Aquí ya entramos en la fase de negociación y en esos menesteres no me meto, ni opino. Lo que hacen dos adultos es cosas de ellos, siempre y cuando ambos sean libres para poder elegir, desde luego... y lo que elijamos, ¿acaso no depende de lo que construyamos antes?

No estoy segura de que exista una clara línea divisoria entre porno y erotismo, Von Gotta o Manara, Rocco o los documentales educativos, como "Dentro de Garganta Profunda" (aunque creo que este último ejemplo es eminentemente periodístico). Me gusta aquello de que "erótico es lo que me erotiza", pero ¿acaso pornográfico es lo que... "me hace sentir como una diosa del VHS para adultos” (ahora dvd)?

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El porno también erotiza. Las fronteras, desde mi más modesto parecer, son personales. La pornografía no es el mal gusto hecho carne, ni los primeros planos con luz de quirófano. Hay vida más allá de eso. Cuando digo "mostrar con detalle escenas de carácter sexual para excitación de quien las contempla" no se imaginan qué es lo que están definiendo los viejos verdes de la RAE, ¿verdad?

Les doy pistas. Manara, ese anciano italiano sensible a las carnes, cabría en estas palabras. También cualquier elegante escena de las películas "perpetradas" por Wong Kar Wai o Kim Ki Duk. Entonces, dónde están las fronteras entre pornografía y erotismo. Vaya, creo que he dejado claro que una servidora opina que la subjetividad es el factor clave que inclina hacia uno u otro lado la balanza. Pero tan solo es mi opinión al respecto. No la tengan en cuenta.

*Nota: Si les han gustado las fotos, pásense por aquí...

Escrito por La pequeña Delirio a las 17 de Septiembre 2006 a las 12:23 AM
Comentarios

tal vez porque te conocí por itziar okariz.. no sé, te pega el otoño.
me he paseado por el camino de baldosas; me ha gustado mucho el artículo y las fotos de natasha gudermane. he abierto -nuevo: carpeta, nombre: n.g, ctrl.C-ctrl.V muchas veces, con los títulos de las fotos.
cualquier día publico una, será mi saludo pequeña delirio. un placer y una sorpresa pasearse por la eternidad,

Escrito por lucy a las 7 de Octubre 2006 a las 06:25 PM

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Escrito por juan carlos a las 6 de Marzo 2008 a las 03:48 AM
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