Superar exige asumir, no pasar página o echar en el olvido.
En el caso de una tragedia requiere, inexcusablemente, la labor del duelo, que es del todo independiente de que haya o no reconciliación y perdón.
En España no se ha cumplido con el duelo, que es, entre otras cosas, el reconocimiento público de que algo es trágico y, sobre todo, irreparable.
Por el contrario, se festeja una y otra vez, en la relativa normalidad adquirida, la confusión entre el que algo sea ya materia de historia y el que no lo sea aún, y en cierto modo para siempre, de vida y ausencia de vida
Carlos Piera, Introducción a Tomás Segovia: En los ojos del día (antología poética)
Los girasoles ciegos es la única obra del escritor y editor Alberto Méndez. Lo componen un entramado de cuatro historias, unidas por el sentimiento de la pérdida, por el dolor de la derrota y construidas sobre la necesidad de la memoria. Galardonado con los premios Nacional de Narrativa y de la Crítica del año 2005 a título póstumo, este libro, editado por Anagrama en enero de 2004, ha sabido caminar desde el anonimato hasta el gran público por medio de recomendaciones de renombre y el imparable boca a boca. Y de ahí, a los diferentes premios ya mencionados y el éxito de ventas. No obstante, el autor no ha podido ver con sus propios ojos hasta qué punto su obra ha trascendido en el público: Alberto Méndez murió 11 meses después de que su obra fuese editada.
Los girasoles ciegos trata de la derrota en tiempos de guerra, del sentimiento de pérdida entendido desde los diferentes recovecos del espíritu según quién sea el que relate su historia. Cuatro son los cuentos que se entrelazan en una perfecta estructura de puzzle donde, tras una sucesión de encuentros y pérdidas, repletos de vacío, dolor y tristeza, convergen los destinos de unos personajes escritos para la tragedia, enmarcados en los difíciles años de la posguerra (entre 1936 y 1942). Son todos personajes vencidos recorriendo un camino que no tiene vuelta, donde la única elección reside en entregarse o resistir, vagando desde la inconsciencia hacia el momento en el que la tragedia se haga patente.
Partes de un libro
Primera derrota: 1939 o Si el corazón pensase dejaría de latir es el relato que abre el libro donde se nos presenta a un capitán Alegría, oficial del ejército fascista, que decide rendirse a los republicanos justo antes de que las tropas golpistas entren en Madrid. Aunque todas las guerras se pagan con los muertos, hace tiempo que luchamos por usura. Tendremos que elegir entre ganar una guerra o conquistar un cementerio. Define su gesto como una victoria al revés ya que su entrega le servirá como revulsivo, como último acto acorde con su espíritu y como penitencia por haber formado parte de un ejército vencedor que quiere eliminar a los vencidos.
Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido es un cuento en el que la voz que narra pasa a ser la de un joven poeta que huye, junto a su mujer embarazada, de los vencedores rumbo a la sierra asturiana. Enmarcado en un escenario inhóspito, durante un invierno cruel y en la más absoluta soledad, el joven debe crecer tras la muerte en el parto de su compañera.
Tercera derrota: 1941 o El idioma de los muertos cuenta la historia de un soldado republicano preso, llamado Juan Serna. Durante su juicio descubre que el coronel, presidente del juzgado, es el padre de un individuo que él conoció durante la guerra. Aprovecha el interés de éste y su mujer para rascarle a la vida unos días más, contándoles mentiras edulcoradas, repletas de favores de oído para alargar su estancia en la celda, hasta que la desaparición de su compañero de cuarto le empuja a revelar la cruda verdad a esos padres atónitos, firmando así su sentencia de muerte.
Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos cierra el círculo con la historia de una familia vencida, viviendo la cotidianeidad del nuevo régimen. El miedo es la constante de estos relatos, además de la pérdida y la derrota a la que hace referencia cada título, y esta historia describe la asfixiante atmósfera que se respira al temer ser señalado y descubierto. Así, una madre y un hijo viven el acoso de un diácono, profesor del pequeño, con un padre escondido en el doble fondo de un armario. Contado desde tres voces diferentes, las respectivas versiones se entrelazan para precipitarse al dramático final.
Esta obra emana crudeza y poesía, tristeza y desolación. Estructurada de manera magistral, perfectamente hilvanada, Alberto Méndez nos ha dejado una pequeña obra maestra en la que la lírica y la narrativa no solo se dan la mano sino que se abrazan para ofrecernos un bello y aterrador retrato de la memoria.
Precioso libro
Escrito por Gotardo a las 30 de Octubre 2007 a las 02:16 AM