De mañana. Me persigue el olor, en el supermercado, en la cocina, en la nevera. Leche sola. No hay café; ni vainilla o chocolate pero, (asco) tiene nata. Relamiendo el cazo, leche caliente. Sin microondas??? Cazo caliente, en la taza con dibujos de estrellas, la leche sin edulcorantes... blanca, desde el bric hasta mi taza; desde la taza hasta el gaznate. Y la arcada asoma. Y el azul semidesnatado de Pascual me sabe a rojo, atravesado en mi garganta. La nata se columpia desde mi campanilla y saluda a la cena trasnochada. Saboreando sin querer, ahora soy yo la que saluda a mi cena, esparcida a golpe de esófago sobre mi cama.